domingo, septiembre 18

¿Qué pasó con las dinosaurias?

Días atrás el Consejo Universitario de la UCV, en respuesta a una solicitud formulada por el Centro de Estudios de la Mujer, decidió instituir como norma el tratamiento de género en las correspondencias, los actos protocolares y la legislación generada en “la casa que vence las sombras”. La decisión implica que de ahora en adelante cuando un profesor o un decano, por ejemplo, hable durante una conferencia o el desarrollo de una clase, deberá emplazar a su audiencia bajo la fórmula de señores… y señoras.
Nada hace dudar que dicho reglamento sea aplicado concienzudamente en “todos los actos y eventos que se realicen”–reza la norma-, por lo que cuando se produzca un humeante zaperoco a las puertas del Alma Mater, es de esperar que las autoridades universitarias atribuyan tan ominosa acción a los encapuchados… y las encapuchadas, quienes en los alrededores y las inmediaciones de la Plaza Las Tres Gracias quemaron cauchos… y llantas. O si el caso es un profesor que intentó propasarse con un o una estudiante –que de todo hay en la Viña del Señor- dicho catedrático o pedagoga será duramente amonestado por pretender incurrir en la Operación Colchón y/o Colchoneta.
La idea es tan brillante que no debería permanecer en lo superficial y ser adaptada a los estudios cultivados en este recinto del saber, revolucionando el mundo del conocimiento. Digo, en clases se habla siempre del Homo Sapiens para acá y el Homo Sapiens para allá… ¿y es que la Femina Sapiens nunca existió? Es extensa la bibliografía sobre los posibles motivos que llevaron a la extinción de los dinosaurios; pero… ¿qué pasó con las dinosaurias? Ningún académico responsable ha ofrecido el primer ensayo, ni siquiera un modesto parrafito, sobre los avatares de la iguanadonta o cómo la señora del Tiranosaurio (la cual sería, obviamente, una fiera Tiranosauria, especie intacta en muchos hogares) increpaba a su marido cuando éste llegaba tarde por andar con la joyita del Velociraptor.
Claro, la flamante normativa significará que las carreras universitarias que hoy se concluyen en cinco años lleguen a prolongarse hasta una década pues las disertaciones del profesor deberán atenerse a la concordancia de género (“Muchachos y muchachas, cierren los libros y las obras que para los alumnos hoy hay examen y, para las alumnas, prueba de conocimiento sobre el Medioevo y la Edad Media, respectivamente”); aunque dicho sacrificio será recompensado con situaciones como la que sigue, y que erradicarán de una vez por todas el lenguaje sexista que tanto campea en nuestra máxima casa de estudios:
- Señorita… ¿que hacía usted con esa chuleta o chuletón escrito en el brazo o la extremidad superior de su cuerpo?
- Profesor, discúlpeme, es que no pude hacer el trabajo ni la tarea que usted mandó porque soy una ser humana con muchos apuros y problemas.
- Lo siento pero tendrá que repetir el curso o la asignatura, como usted elija.
- ¿Así mismito y mismamente?
- No son inventos ni ideas mías: así lo estipula el Reglamento de Repitientes… y Repitientas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ES UNA MIRDA

Mayra dijo...

Mierda eres tu, que vienes a leer este blog y no te gusta.. Ve a buscar algo que hacer, que te guste!