miércoles, junio 7

Tu nombre en otra cara


En un absoluto ejercicio de ociosidad consulte mi nombre en Google y entre los míseros cuarenta y ocho resultados obtenidos, tropecé con las recetas de un cocinero argentino, las disertaciones de un filósofo que da clases en la Universidad de México, el obituario de la víctima de un atentado terrorista consumado en Vizcaya por ETA, más la historia de un reo cautivo por el viejo ejército colombiano en los campos de Salamina. Obviamente, no conozco a ninguno de esos extraños con quienes participo del mismo nombre, aunque no por ello dudo de la existencia de un lazo que une a los miembros de dicha hermandad homónima, como si el haber sido llamados durante la ceremonia del bautismo con una voz afín trazara entre nosotros un vínculo más allá del reflejado en los documentos de identidad, un curso paralelo así éste se circunscriba al mismo sonido detonando en la oreja cuando mamá nos emplazaba a tomar la sopa, o durante las ocasiones en que la amante susurra entre sábanas convocatorias impublicables.
Sé que mi tesis sobre la afinidad entre las personas copropietarias de un mismo nombre es a todas luces descabellada, que todo nombre varía de significado de acuerdo al uso que su portador haga de él; pero cuando no es sólo el nombre sino también el apellido los que encajan en la biografía de otro, la coincidencia muda a enigma, un drama, sospecho, de gemelos nacidos de vientres distintos pero que el destino terminará reuniendo entre el polvo del registro civil cuyos archivos los funcionarios ordenan alfabéticamente.
Ciertos casos, por curiosos, barajan el misterio. Años atrás un autobús cayó al Guaire y varios de sus pasajeros fueron rescatados por un indigente de nombre José Gregorio Hernández; mientras analogías de todo pelaje podrían derivarse del hecho que un atleta de la Universidad Autónoma de Baja California, México, quien corre los 100 metros planos en 22 segundos, lleve por nombre Hugo Chávez Pérez (sí, también Pérez).
Le propongo indagar su nombre en un buscador de la red para descubrir los rumbos inesperados que aquél ha seguido en lugares apartados, lejos de su alcance. No dejará de intrigar cómo algo que siempre supusimos tan nuestro, tan tapa de cuaderno y declaración fiscal, sirvió también para llamar al pizarrón a un extraño que posiblemente hasta padeciera durante su infancia los mismos apodos perversos. Pero como nunca lo sabremos todo, inquieta ignorar cuántas veces al día está siendo bendecido o mandado al demonio el llamado que nos concierne, si en este instante alguien muere de despecho al pie de una rocola susurrando nuestras siglas, o si a esta hora la biografía de un gran héroe o la de un terrible asesino está siendo escrita y llevará por título nuestras mismas iniciales. En fin, cómo le está yendo a nuestro nombre en otra cara, pronunciado dentro de otra historia.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
http://irenepizzolante.com

1 comentario:

Franca Alejandra dijo...

Vaya! Somos dos ociosos declarados, yo me llamo..Ummm no mejor dicho: mi nombre es: FRANCA FRANCHI, y ya desde que nací el nombre era un usurpo, resulta que aquí mismito en CCS hay otra con mi nombre, y para cosa rara es Anestesiólogo, yo Productora Audiovisual, después parece que las Francas Franchis no les ha ido tan mal, Jah! Gracias a Dios, porque en Italia hay como varias decenas, mosca si no alcanzan el centenar, y resulta que de las mas vistosas "online" está una que es profe, y de és la que más hablan...
Lo que si no queda duda es que mi nombre es de blanca y yo soy morena mestiza super enrazada...
Yo, por mi parte te digo que no conosco otro Cesar Carmona así que babe u'r the One
Saludos y un placer leerte amenamente, ahora parece que el blog se ha convertido en una suerte de diario intimo de cosas de dudosa relevancia, y leer cosas frescas y geniales simplemente provoca!

F!