martes, septiembre 29

Claves para ser un poeta maldito

Para algunos individuos de sofisticada naturaleza no es cosa fácil manejar sin que caigan al piso las pelotas del abatimiento y la irreverencia, que a la menor falta se corre el riesgo de ser confundido con un neurótico común y corriente, y no es el caso. Marchar primorosamente sobre la cuerda floja de la melancolía tendida en ámbitos tales como la literatura, la música, el cine, la pintura y -¡no faltaba más!- el periodismo, exige seguir ciertas directrices que le despejen a la audiencia toda duda de que se está ante la presencia de una genuina alma atormentada. Aquí, las instrucciones básicas para pasar de vulgar cariacontecido, a sublime poeta maldito:

Mercadee la congoja
Ser miembro activo del lado oscuro de la naturaleza humana es factor crucial para ser identificado como un poeta maldito. Haga del agobio su bandera y promocione que sufre, que sufre mucho. Sin que se lo pregunten, saque a relucir en medio de la conversación episodios de una desoladora infancia que justifiquen su perenne y huraño temperamento. Para subrayar esta lucha con sus íntimos demonios, ensaye frente al espejo el gesto Pesadumbre # 12 (mirada perdida en la distancia más chicote entre los dedos) o, si ha tenido una vida feliz, permanezca en silencio para que el público presuma una tragedia mediante la expresión Inconformismo # 16 (profundo suspiro más chicote entre los dedos).

(Des)cuide su apariencia
Si algún día lo llegan a descubrir en las tiendas Zara, ya puede dar por perdida su reputación de inadaptado. De allí que se recomiende andar con signos notorios de tener varios días sin bañarse (el uso de desodorante es un pecado inaceptable), el pelo hecho nudos, mejillas sin rasurar y piernas ídem en el caso de las damas, mientras en su guardarropa ha de sobresalir el medio luto. Si carece de camisetas con el rostro de Kurt Cobain y sandalias rajadeo -¡un golpe maestro sería andar descalzo!-, échese una paseadita por algún ateneo en cuyos alrededores los agentes de la buhonería le asesorarán sobre el look idóneo para los espíritus provocadores.

Péguele a su pareja
También es admisible dejarse pegar.
Abomine del consumismo
Ni loco se suscriba a Facebook y primero muerto antes que comprarse el último CD de Shakira. Y es que como todo insigne poeta maldito, a usted no le debe gustar nada o, mejor todavía, sólo gustarle aquello ante lo cual el resto del mundo muestre indiferencia.

Fúmese lumpias varias
Puede que no haya pintado su primer óleo ni escrito un solo poema en su vida, pero fumar y beber en cantidades ingentes son pasos esenciales para militar en la bohemia. Por ello tire a la basura sus potes de Herbalife o, preferiblemente, fúmese el contenido. El propósito es lucir a toda hora los ojos inyectados de sangre como evidencia de su condición de animal nocturno.

Repudie los trofeos
Echar pestes en contra de los galardones otorgados dentro del ámbito en el que usted se desenvuelva es una maniobra extraordinaria pues, si nunca recibe uno, podrá decir que así cobra factura su personalidad transgresora, su carácter siempre tan políticamente incorrecto. Claro que usted desea en secreto y ardientemente ser objeto del fervor popular; pero no se vaya de bruces que si su talento le es reconocido en vida, ya no será entonces un genio incomprendido. Así que rechace con firmeza laurel alguno, a menos que sea en metálico o involucre una beca. Recuerde que el propósito es ser maldito, no pendejo.

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