martes, octubre 20

Retrato con estrella

Además de promover la triste desaparición de los fotógrafos que antes se ganaban el pan en las plazas públicas retratando a los turistas al pie de estatuas ecuestres, la incorporación de cámaras a los teléfonos móviles estimuló la costumbre de tomarse fotos en compañía de una celebridad, risueño género documental que persigue dejar constancia de que por unos segundos se compartió con Galarraga el mismo metro cuadrado, de que por un ratico (el gusto es libre) se respiró el aire cercano a Mayré.
Años atrás era tomado por embustero el admirador que no dejara testimonio gráfico de su encuentro con un famoso en la calle; si corría con suerte y llevaba una cámara a cuestas, debía cumplir con el arduo trámite de enviar el rollo a revelar e imprimir las imágenes para luego fijarlas en un álbum. Gracias a la fotografía digital ahora el álbum es portátil y hasta global para quienes quieran asomarse al perfil de Facebook o al salvapantalla de la PC donde espera el registro de la fugaz cita con un representante de la gloria.
Pero hay ocasiones cuando la inocencia nada tiene que ver con esta práctica. Personajes de módica resonancia andan BlackBerry en mano en procura de una estampa junto a un personaje descollante como vehículo de promoción curricular para así granjearse, cachete a cachete con quien bata el cobre, una notoriedad por extensión. Pocos salen ilesos del impulso de retratarse en compañía de un poderoso y son los trepadores del clic quienes en tales circunstancias posan con una entereza que deja en pañales a Gisele Bündchen. Mientras el ilustre ofrece a la cámara su más paciente sonrisa, el espontáneo adjunto le cuelga confianzudamente los brazos sobre los hombros, se instala cadera con cadera, por poco le pellizca una nalga al ilustre y si el escenario de la sesión es un jolgorio, el espontáneo adjunto agitará enérgicamente el güisqui durante la toma para dejarle claro al futuro espectador “mira con quien me caigo a palos”.
El ardid también corre en reversa y cuando declina el brillo de una estrella, una técnica de reanimación consiste en figurar junto a colegas en ascenso. Esas imágenes serán a la larga su pertenencia capital. Por cuestiones de trabajo he visitado casas de viejas celebridades donde las fotos de cuando se compartió el dogout con Aparicio o el micrófono con Manzanero cubren invariablemente los muros más visibles. Desde ese papel tapiz colosal siguen sonando los aplausos en aquellas casas de apariencia silenciosa.
Pecaría de farsante si no admito aquí haber sucumbido a la tentación de aparecer abracado a una estrella; fue sólo una vez y animado por una causa legítima: en una Polaroid puede vérseme la cara de sobrado mientras por el resto de la eternidad rodeo con mi brazo izquierdo la cintura de Fedra López durante su época de rumbera, aunque cada vez muestro menos dicha gráfica pues el observador incrédulo me detalla, detalla a Fedra, vuelve a detallarme, para concluir maliciosamente que se trata de un montaje inverosímil. Y así no vale.

1 comentario:

La Hija de Zeus dijo...

Ja ja ja.. pues la verdad que puedes "trucar" las fotos.. voy a probar a hacer una con Brad Pitt..

La celebridad más famosa con la que me he tomado una foto es Mickey Mouse.. ja ja