martes, diciembre 1

Arroceros en la Casa Blanca

El pasado 24 de noviembre el matrimonio formado por Tareq y Michaele Salahi logró infiltrarse en la Casa Blanca durante la cena de Estado ofrecida por Barack Obama al primer ministro de India, Manmohan Singh; sin figurar en la lista de invitados, la audaz pareja no sólo evadió la vigilancia del Servicio Secreto, sino que aderezó su hazaña estrechándole la mano al mandatario de tez oscura, posó para las fotos en compañía de encumbradas personalidades del gobierno norteamericano y hasta saboreó con gusto los huevitos de codorniz en salsa rosada servidos durante la ocasión. A modo de primicia, ofrecemos en el presente espacio la primera entrevista concedida a un medio venezolano por estos paradigmáticos arroceros para que detallen los pormenores de su aventura:
- La Asociación Internacional de Arroceros proyecta honrarlos con el galardón “Arroceros del Año” ¿Qué opinan de tan prestigioso reconocimiento?
- Michaele (M): ¡Es un orgullo! ¡Nunca creímos merecer ese honor!
- Tareq (T): Los Obama han amenazado con demandarnos por allanamiento de morada, pero este premio demuestra que deberían más bien estar agradecidos pues no hay mayor garantía del éxito de una fiesta que la presencia de uno o más colados, sin contar que los arroceros somos los asistentes más genuinos en una fiesta: no vamos por compromiso sino porque, de corazón, deseamos estar allí.
- ¿Qué tal Obama?
- M: Ese negro es un show.
- ¿Qué los llevó a infiltrarse en esa rumba de la Casa Blanca?
- T:
Las cosas están peludas con el asunto de la crisis económica; por eso animamos a los arroceros del mundo a perseguir sus sueños de comida, baile y caña gratis.
- ¿Qué fue lo mejor del jaleo?
- M: Para ser francos, esa velada dejó mucho que desear. La ausencia de tequeños fue, definitivamente, deplorable; sin contar que al día siguiente nos aquejó un punzante dolor de cabeza como prueba incontrovertible de que el whisky estaba puyao.
- Sus palabras ratifican aquello de que el colado es quien peor sale hablando de una fiesta.
- T:
Así es, pero tampoco hay que ser injustos: aunque al principio la cosa andaba flojona, cuando pusieron reguetón el guateque agarró alma y perreamos hasta altas horas de la madrugada.
- ¿Se han colado en alguna gala venezolana?
- M:
Está entre nuestros planes. Ahora se dan unas celebraciones buenísimas, mucho más pomposas, pero a la calladita.
- ¿Qué les recomiendan a los principiantes que se inician en estos menesteres?
- T:
Colarse es una ciencia que se perfecciona con la práctica. Por ello, hay que comenzar con ensayos modestos; primero, en una cola de supermercado, luego en la del banco, hasta asumir misiones más ambiciosas. Eso sí, hay que despejar sospechas ocultando toda muestra de nerviosismo y comportándose como si se fuese el invitado estelar. Si se trata de un cumpleaños, cantar con el mariachi y abrazar de primero al cumpleañero.
- ¿Cuál sería la mayor conquista de un arrocero?
- T: Llevar “pa´Pola”. Aunque hay clásicos como encaletarse dentro del paltó una botella más la ración de pasapalos envuelta en una servilleta, existe un botín mayormente imponderable…
- ¿Cuál sería ese?
- M: Al arrocero memorable se le reconoce porque a la salida del sarao, camino al estacionamiento, lleva gozosamente entre las manos el centro de mesa. Así haya que pelearlo cuerpo a cuerpo con la madre de la novia, el centro de mesa es el trofeo que corona nuestra gesta.

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