jueves, febrero 4

Muerto el blog ¡Viva el blog!

Al regresar de la heladería, tomada de la mano del compañero de clases por el que suspiraba hace tiempo, la adolescente de ayer solía encerrarse en la alcoba para volcar sus confidencias en un diario. Junto a los corazoncitos dibujados al borde de aquel confesionario de papel, la doncella garabateaba sus desvelos que luego escondía celosamente bajo la cama o en el último rincón del closet. Ignoro si está costumbre aún persiste entre las chicas de ahora, lo que no dudo es que la propensión al secreto que por siglos envolvió a los diarios personales, llegó a disolverse en los blogs o bitácoras que hasta hace poco eran el furor en Internet y cuya muerte algunos profetas anuncian.
El fenómeno también reanimó al lector de diarios personales, con licencia para meter sus narices en las “intimidades” ajenas y así comprobar que nuestra vida no es tan aburrida como pensábamos pues, tras llenar un breve formulario y sin noción alguna del lenguaje de los bytes, el suscriptor cuenta con la libertad de emitir opiniones de cualquier pelaje, ya sea de tipo ideológico, noticioso, sobre la variación climática, de lo ajadas que se han puesto las matas del balcón o las siempre pintorescas vivencias, tal como lo confirman algunas citas sacadas de estos desahogos en línea: “anoche me salió otra espinilla” o “no tengo sueño”.
La novedad de esta herramienta no radicó tanto en decir (que ya para eso está el diario convencional), sino en ser escuchada, en disfrutar de una audiencia en ocasiones tan anónima como el remitente pero al fin y al cabo audiencia con la que recrear el efecto de ser protagonistas de un reality show escrito en prosa -los hay, también, en verso- para que por el mundo corra la noticia de un primer beso o el último furúnculo sebáceo. Ahora, tras el auge de herramientas como Facebook o Twitter, voces pesimistas le ofrecen los santos óleos al blog (la creación de nuevos espacios ha descendido ostentosamente en los últimos tiempos, asombra la merma en el número de comentarios), pero yo dudo de la inminencia de tan cacareada muerte.
La migración hacia las alternativas propuestas por las redes sociales y el microbloggin resultarán en un decantamiento, en la necesaria filtración de impurezas luego de la cual permanecerán preciosas pepitas de oro o, como lo expresara acertadamente el escritor argentino Hernán Casciari, “quedarán en pie únicamente los blogs de las personas que tengan algo para decir”. Y a las orillas de este océano virtual seguirán llegando botellas con mensajes tan oscuros como intrigantes -“A él le gusta como lo hago, aunque desconoce el origen de mi talento”-, así como revelaciones a las que los funcionarios policiales deberían prestar mayor atención para, como ocurría en aquella película de Spielberg, descubrir vilezas antes de que ocurran.
No sólo las mozas azoradas por la aparición del periodo menstrual son atraídas por esta tribuna: hasta los canallas se deleitan manteniendo en vilo a un público curioso, como aquel que revelara en su mensaje de despedida del blog el siguiente e inquietante acertijo: “Tengo todo preparado para esta noche. Ya ella llegó y no sospecha nada. Pasará rápidamente, apenas se quede dormida…”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que Hernán Casciari tiene razón y también creo que tu blog quedará en pie porque siempre tienes algo que decir. Tus crónicas son un buen motivo para volver y volver y volver a leerte. Gracias por compartirlos por aquí.

Anónimo dijo...

hola es un tema muy interesante peor deberin publicar temas acorde a su comentario

Juan Carlos Partidas dijo...

Pues así es, Cástor... ¡Larga vida al blog!... pero por si acaso... te sigo en twitter. :D