martes, abril 13

Centro de estética “El Ofertón”


-¿Te las pinto de lunita, acrílicas, enterizas o con la forma de un animal? –pregunta la manicurista a la clienta recién acomodada sobre el tambaleante taburete del Centro de estética “El Ofertón”, improvisado bajo un toldo justo en la esquina más concurrida de la Baralt.
- Como esté de moda -se muestra dúctil la clienta.
- Postizas entonces, con figuras de estrellitas. ¿Se le antoja un café? ¡Cafecero, un guayoyo aquí para la clienta! -solicita la esteticista al cafecero que, con un termo de café y otro de sopa, administra su tarantín al lado del de la esteticista como una provechosa alianza estratégica pues, al igual que los emporios de la belleza establecidos en los centros comerciales, los instalados en las aceras también derrochan amable atención.
-Mujer, pero qué manos tan descuidadas.
- Es que la lavadera de platos en casa no me deja uña sana.
- Te voy a recomendar una cremita para la cutícula que vende la yerna mía aquí mismito, después del puesto de las pantaletas. Son de una marca reconocidísima, “Estoy Ladre”.
- ¡Qué lujo!
- ¿Y cómo andan las cosas?
- Ya sabes, una siempre acomodándose para no pasar desapercibida.
- Y es que, sea cual sea la situación del país, el asunto de la belleza nunca flojea: faltará arepa, pero nunca labial pa´ llevarse a la boca. Por eso estoy a punto de ampliar el negocio y fusionarme con una comadre para expandir mis servicios cosmetológicos. Proyecto añadir otra lámina de anime e incursionar en el rubro de las perforaciones sin dolor. Te garantizo que conmigo no se te cae la oreja.
- Buenísimo, con lo dificultoso que es conseguir a una esteticista responsable. Te cuento que el otro día me puse unos lentes de contacto de esos que venden por los lados del Mercado del Cementerio y, aunque quedé como la propia gringa, me los tuve que quitar porque se me ralló la cornea tras una severa infección intraocular. Así que si ves que miro con un ojo para otro lado cuando me hablas, no te preocupes.
- ¡Es que hay cada oportunista! Aquí no, aquí andamos integrales y, además de aplicación de mechitas y limpieza de cutis, también somos spa y ofrecemos los servicios de masaje con piedras de canto rodado, envoltura con borra de café (la esteticista mira de reojo al cafecero), velo de concubina, y radioterapia adelgazante donde un primo aquí cerquita que maneja un laboratorio de Rayos X. Ah, y no te puedes perder el combo bronceado a la antigua más depilación con rallo.
- ¿Rayo láser?
- Rallo de rallar. Y, cuando arrecie la temporada de lluvia, barroterapia para que te quede la cintura como la de la hormiga atómica. Eso sí, con pre y post operatorio incluido en el precio. Aceptamos cestatickets.
- Qué bien, ya casi tengo reunida la plata para mandarme a poner más pechuga y quedar como los hembrones que salen en los avisos de cerveza.
- ¡También ofrecemos dicho servicio! Tú sólo trae los antibióticos y aquí te hacemos el resto. Bueno. Ya esto está listo.
- ¿Y cómo quedé? –interroga la clienta, vacilante, extendiendo los dedos de sus manos para detallar ante la luz de la tarde el resultado.
- De muerte lenta. Otra obra maestra de “El Ofertón”.

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