martes, mayo 11

Los lunes sin Rochela


Afirman los entendidos que a Osmel se le nota cierto desgano al momento de elegir a las beldades que participarán en la próxima edición de su prestigioso concurso, Maite vacila si animar o no el evento, y de seguro durante la transmisión bajará de manera alarmante el número de espectadores ¿Por qué la caída en el interés que genera esta institución de la guapura criolla? Pues por la ausencia de otra institución no menos legendaria. En Twitter, @Andrea2001 esclareció el fenómeno: “Sin el Miss Chocozuela, no tiene sentido el Miss Venezuela”.
Eso sí, más de una concursante que todavía no está clara sobre qué es preferible, si pedir permiso o pedir perdón, pensará aliviada: “ahora se notará menos cuando meta la pata durante la ronda de preguntas”. Así como tales son las consecuencias de la desaparición del “magno evento de la pereza”, las telenovelas también pierden atractivo pues… ¿para qué seguirlas o al menos ver su capítulo final si luego ya no habrá quien se burle de la ceguera repentina de la protagonista más el extravío y compleja recuperación de su bebé? Las calles igualmente se llenan de otro género de huérfanos. El locutor inepto, la sifrina trivial, el emo melancólico, la cajera de automercado notoriamente metiche y muchos otros personajes de las más diversas tribus urbanas, ya no se asoman dentro del rocambolesco fresco citadino que cada lunes pintaba la Radio Rochela.
No pocas personalidades están desconcertadas, ajenas a su grado de eminencia pues este espacio que por más de medio siglo imitó a presidentes, a ministros y a estrellas de la farándula, ejercía una función reconocedora de status: si una personalidad no era parodiada en la Rochela, es que no había alcanzado dicho rango, no era personalidad un carrizo. Y hasta ha dejado un vacío entre los sabihondos. Los críticos del programa, quienes se llenaban la boca señalándolo de chabacano y pueril, fueron desprovistos de la aclaratoria “Yo no veo la Rochela Rochela, qué va” y así dejar de manifiesto su prosapia en medio de una reunión social.
El lunes es el día más real de la semana, es cuando se suele empezar la dieta, se reanuda la rutina y, según estadísticas, se da el mayor número de ataques al corazón y accidentes de tráfico. Quizá por ello no era casual que el hasta hace poco programa humorístico más longevo del planeta, cerrara la jornada de ese día con el broche de la risa, haciendo que los lunes fueran un poco viernes. Pero ahora los lunes sin Rochela son más lunes. Hoy hay un día de la semana con menos sonrisas.
Corresponderá entonces regar las matas a esa hora, quizá ocuparse en actividades mejor vistas como leer o pasear al perro, pero, en cualquier caso, con una elección menos para escoger. Y lo peor de todo: ya no hay chance de ver a Pepeto cada lunes, feliz encuentro que subía la autoestima porque uno, a su lado, hasta se sentía bonito. El himno distintivo de los rocheleros, luego de escucharse por cinco décadas, sin embargo aún resuena como un eco cada lunes a las 8 de la noche. “Cantando muy bajito se va la cruzada, muy pronto volveremos con más humoradas”.

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