martes, junio 1

Retrato de articulista


Si usted está pensando en dedicarse a escribir artículos para la prensa, ha de resolver con esmero el probablemente mayor desafío que implica dicha tarea: tomarse la foto que acompañará a sus escritos. No es cosa de acudir al estudio fotográfico de la esquina para sacarse una tipo carnet y ya, no señor o señora; mucha de la credibilidad de un artículo deriva del retrato del articulista, ese género fotográfico merecedor de cuidados casi científicos para así generar entre los lectores la debida impresión.
El rostro es la región protagónica en esta categoría, por lo que corresponde tomar ciertas precauciones destinadas a encubrir ante el lente fotográfico posibles desvaríos. Si es usted de papada pronunciada, coloque una de sus manos justo debajo de la barbilla para sostener, como quien no quiere la cosa, la piel suspendida a esta altura; o, si su rostro es asediado por las denominadas líneas de expresión, no dude en formar una letra L con los dedos pulgar e índice de la mano derecha o izquierda, usted elige; pero siempre conformando un arco mediante el cual el mentón se apoya sobre el pulgar mientras extiende el dedo índice hacia la zona superior de la mejilla con el fin de contraer la epidermis del pómulo en dirección opuesta a la seguida tradicionalmente por la fuerza de gravedad. Claro, procure no cubrirse mucho, que el objetivo de la foto que acompañará su artículo es -además de infundirle autoría facial a lo escrito- conseguir que lo reconozcan en la calle.
Pasemos ahora a seleccionar el gesto acorde a la temática por usted tratada. No posa de la misma manera quien escribe de danza y quien escribe de política, ni tampoco si el estilo de la columna sigue un curso optimista o un matiz claramente apocalíptico. En esta última circunstancia, ha de mirar al fotógrafo con una expresión vencida por una mezcla de odio y desesperanza, como si acabara de reclinarse sobre la butaca del dentista, para seguidamente reunir sus pensamientos alrededor de asuntos terribles tales como el derrame petrolero frente al Golfo de México o el abominable capítulo final de Lost. Sería un toque brillante si, al momento de asistir a la sesión fotográfica, usted es importunado por un estreñimiento sombrío.
Abundan los truquitos para acentuar su apesadumbrada sabiduría y ese carácter suyo siempre inmerso en las honduras del mundo. Se recomienda no dormir durante la noche anterior para así lograr unas bonitas ojeras, recuerde dejarse la barba poblada para el clic, y si usa espejuelos, colóqueselos; si no usa, pida unos prestados.
Aunque el propósito último es inmortalizarse en un avatar enigmático, siempre hay posibilidades de innovar el complejo arte de la fotografía de articulista de prensa, ya sea que recurra a la muy en boga técnica 3D o -si cuenta con los servicios de un fotógrafo experimentado- solicite ese tipo de foto donde los ojos del fotografiado siguen al espectador a donde quiera que éste se mueva. Muy a lo Mona Lisa. Eso sí: si desea que las opiniones de su columna sean tomadas en serio, ¡por nada del mundo se arriesgue a sonreírle a la cámara!, que cuando tal insensatez salga impresa será como sonreírles a los lectores. Si es ésa su descabellada elección, mejor entonces no ponga nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jijiji, ¿por eso es que no pones tu foto????? Muy bueno el artículo