Twitter cristaliza el sueño de muchos de subir al escenario para dirigirse a un auditorio más o menos alerta y, como todo orador sabe, no es igual cuando la sala está casi vacía a si se encuentra rebosante de espectadores: pese a que se afirme que el indicador correcto para medir la influencia en dicha red social no es el número de seguidores sino la respuesta lograda con cada mensaje.
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