martes, enero 25

Tarzán sin jungla


Si Superman acabó tetrapléjico luego de caer de un caballo y al Zorro lo encontraron sus vecinos tras varios días de fallecido en su apartamento de Buenos Aires, resultaba lógico que Tarzán partiera durante una madrugada desprovista de aves o ríos, demente, castigado por seis infartos, el cáncer y el alcohol, en su alojamiento en Acapulco. El tratamiento psiquiátrico y los sedantes no atenuaron su manía de colgarse de las cortinas como quien pende de una liana, y para la servidumbre era una endiablada dificultad impedir que trepara hacia la copa de los árboles sembrados en el jardín; finalmente, privado de la gallardía que también abandonó en sus últimas horas a Christopher Reeve y a Guy Williams -épicos intérpretes de Superman y el Zorro, respectivamente-, Johnny Weissmüller, “el mejor Tarzán de todos los tiempos”, murió el 20 de enero de 1984.
El desmoronamiento comenzó cuando su taparrabo se volvió ridículo ciñendo las grasas alrededor de su cintura, mientras la flacidez progresaba sobre los brazos y la espalda con los que alcanzó cinco medallas de oro olímpicas en nado. Luego de su auge como magnífico émulo de los peces, Weissmüller visitaba en la Metro Goldwyn Mayer a un joven amigo, Clark Gable, cuando un empleado de los estudios, confundiéndole con un aspirante a actor, le señaló que en la sala adyacente estaban por comenzar las audiciones para la escogencia del personaje principal de una nueva versión del hombre mono. Divertido, Johnny se dejó conducir por el cauce del destino que lo llevó a inmortalizar al hijo de Alicia y Lord Greystoke, perdido en una costa africana y posteriormente amamantado por la mona Kala.
Su histrionismo monosilábico y el haber interpretado durante su trayectoria cinematográfica sólo cuatro papeles completamente vestido, no le ocasionaron desasosiego alguno y cuando en cierta oportunidad un periodista le preguntó si algún día se había sentido actor, Weissmüller dijo: “¿Yo? ¡Jamás he cultivado esa pretensión! Los cursos de arte dramático no se hicieron para mí”. Dinero en abundancia y mujeres deseosas de verificar la vigorosidad que prometía en pantalla el hombre mono lo sumergieron en el desenfreno de las fiestas y el alcohol, y a la vuelta de algunos años sobrevendrían cinco divorcios y una bancarrota que quiso conjurar con penosas apariciones donde sólo a través de agotadores ejercicios de memoria podía relacionársele con aquel titán que luchaba pecho a pecho contra caimanes o, con la sola defensa de un puñal entre los labios, saltaba desde un peñasco hacia lagunas atestadas de pirañas. A los 79 años lo asaltaron dos oponentes aún más letales: el cáncer y la indiferencia de los productores hollywoodenses.
Pero Weissmüller se negó a abandonar su dominio sobre los habitantes de la selva que, ya entonces, sólo eran fantasmas en su mente. La locura lo había alcanzado. Y a su ingreso a la vejez llevó consigo una jungla ilusoria, feroces leones a los que despanzurraba hasta convertirlos en mobiliario deshilachado, delirio urgente pues el rey de la selva no podía sucumbir entre las flores plásticas de una mansión sino envuelto en el aroma de las orquídeas imaginarias que rodearon a un paladín cuyo último grito nadie atendió aquella madrugada de enero. Ni siquiera Chita.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
http://irenepizzolante.com

4 comentarios:

Mabel Moar dijo...

Cierto que en sus ultimos dias flaqueaba de la cabeza. Pero sin duda fue un gran deportista: 5 medallas de oro olimpicas, batió 67 récords del mundo.
Interesante blog.

Juan Carlos Partidas dijo...

Interesante artículo, Cástor. Una muestra más de que todo lo que sube, baja... que tras el auge viene la caída y que lo importante es mantener la dignidad y la humildad que te permita ver qué es lo que te falta, para así mejorar.

¿Qué hubiera dicho el gran Johny si alguien le hubiese dicho que la mona Chita le iba a sobrevivir al menos un cuarto de siglo?

ERRM dijo...

Una muestra más de que toda época, toda moda se desvanece. Y los artistas se esfuman con la misma rapidez con la que aparecieron: de manera fugaz (bueno, aunque Lindsay Lohan y la tal Hilton siguen dando tumbos por allí a pesar de sus muchos escándalos). Le pasó a Elvis Presley, a Michael Jackson, a Naomi Fawcett, a Amy Winehouse, a Brittany Murphy, a Whitney Houston... Todos habían sucumbido al olvido (aunque muy pocos fanáticos los siguen recordando) por la sobre explotación a la que que Hollywood, el gran conglomerado Time Warner y otros medios masivos de entretenimiento/comunicación los expusieron hasta sacarles la última gota de sudor y luego botarlos a su suerte como si fueran papel sanitario después de usar...

ERRM dijo...

Véanse en ese espejo, Justin Bieber y Emma Watson. Y aprovechen mientras brillan; con eso les digo todo.