martes, mayo 31

Adiós al vecino escandaloso


Cuando estrategias tales como poner cara de tronco o quejarse ante la junta de condominio fracasan en el intento de moderar a los vecinos proclives al escándalo, no piense en mudarse y mucho menos en recurrir a la violencia (aunque, en ocasiones, es casi imposible resistirse a esta última tentación) pues hay alternativas infalibles para atenuar los descaros de esos ruidosos inquilinos con los que se comparte el piso y hasta un mismo muro. Las posibilidades son infinitas y sus aplicaciones dependen de la creatividad y el grado de desesperación de la víctima; no obstante, en las líneas que siguen figuran algunos tips ya probados por quien esto escribe y tras cuyo seguimiento usted también logrará que la armonía se instale en las inmediaciones de su morada:

- Atajaperros conyugales
En todo vecindario o edificio hay un domicilio desde cuyo interior se desata diariamente una tempestad de ollas, portazos y floreros desportillados contra las paredes, producto de las discrepancias entre los miembros de una pareja. No se sugiere inmiscuirse en tan belicosa intimidad, pero está la alternativa de simular pretender a uno de los combatientes enviándole de manera anónima pañuelos perfumados o rosas y bombones. La maniobra depara dos posibles desenlaces, uno igual de favorable que el otro: asomados al abismo de perder a su pareja, los guerreros se reconcilian; o ese par termina de matarse de una buena vez.

- Rumba 24 horas
Una tragedia asidua es la del vecino bochinchero que celebra en su casa cuanto bautizo, cumpleaños o baby shower acontezca en el seno familiar, poniendo la música a toda mecha desde la tarde del viernes hasta el mediodía del domingo; para combatir a este género, algunos optan por reventar con una china o resortera los globos de colores que decoran la tertulia, otros colocan un Cd contentivo de los veinte misterios del rosario con sus respectivos Padrenuestros y Avemarías; mientras los extremistas envían a un amigo Testigo de Jehová para que anuncie a las puertas del jolgorio el Armagedón inminente. Si fallan todas estas alternativas, decídase por la vía infalible de adquirir un micrófono de karaoke para interpretar los temas musicales que suenen en el sarao adyacente: el egoísmo propio de muchos vecinos no permitirá que usted les goce el festín y de inmediato la rumba será llevada a su mínima expresión.

- Muchachos llorones
La contaminación sónica derivada de esta fuente alcanza su apogeo durante la madrugada; para ello, antes de que usted salga a trabajar, ponga a repetir un infinito set de Barney y Dora la Exploradora de modo que durante el día el tripón agote sus fuerzas y, llegada la noche, concilie el sueño como un lirón.

- Sea usted el licencioso
Las desconsideraciones del vecino escandaloso varían desde el home teather y los videojuegos a todo volumen, perros que ladran, muebles mudados de sitio durante la noche, hasta adolescentes reunidos en una esquina o al pie de las escaleras (circunstancia esta que genera más bulla que los casos anteriores juntos más una herrería). Para abatir tales estruendos, la opción es que usted figure como el vecino más escandaloso de todos, ese que nadie desea tener a su lado y -al ser llamado a botón- comprometa a los miembros de la comunidad a mantener un silencio casi místico, luego de lo cual florecerá el sosiego como si se compartiera la pared con unos monjes tibetanos. Yo que se lo digo.


Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
http://irenepizzolante.com

martes, mayo 24

No a la discriminación facial


Cuando aún arde el fuego de la polémica Ley Orgánica contra la Discriminación Racial, es imprescindible la apertura de un debate sobre ese sector de la sociedad que, pese a ser mayoría, es víctima de un menosprecio equivalente al que sufre la minoría más vulnerable: los feos y las feas, gruesa franja de la población que a lo largo de la historia ha brindado aportes fundamentales no solo al país sino a la humanidad toda, y que como recompensa solo obtiene diarias expresiones de intolerancia y chalequeo. Para erradicar tan excluyente situación, transcribo en las líneas que siguen el boceto de lo que sería la Ley Orgánica contra la Discriminación Facial, cuyo análisis por parte de la Asamblea Nacional amerita ser iniciado urgentemente si de verdad se aspira a un mundo más justo e igualitario.
Artículo 1: A partir de la publicación en Gaceta Oficial de la presente Ley, se crea el Instituto Nacional contra de Discriminación Facial, el cual contará con carácter ministerial y entre cuyas atribuciones destaca la penalización de cirugías estéticas, inyecciones de botox y demás tratamientos destinados a disminuir la condición de fealdad, que no es ninguna plaga ni algún tipo de viruela.
Artículo 2: Será condenado de a uno (1) a dos (2) años de prisión quien se dirija a los compatriotas menos apuestos con términos como “cara´e pizza” o “flaca vitola”. A su vez, han de incorporarse a las conversaciones los dichos “La fealdad se lleva por dentro”, “La imperfección está en los ojos de quien ve” y “Billete mata feo”.
Artículo 3: Se establece la modificación del punto de vista en los cuentos infantiles de modo que sea la Bestia quien se haga el interesante frente al asedio romántico de la Bella; a la vez que a partir de ahora se narrará que el cisne nació hermoso pero cuando creció se produjo el ansiado milagro que lo transformó en patito feo.
Artículo 4: Los ciudadanos y las ciudadanas menos esbeltos tendrán asegurada una cuota de participación en el Miss Venezuela, el Mister Venezuela y demás certámenes de este tipo celebrados en el territorio nacional; y no solo eso, sino que como mínimo dos (2) de dichos concursantes deberán ser elegidos para el cuadro finalista, y de manera obligatoria cada tres (3) años un feo o una fea será merecedor de la bufanda o la corona.
Artículo 5: Todo individuo poco agraciado queda exento de la agotadora tarea de plantear conversaciones interesantes y/o un extraordinario sentido del humor para compensar su estrabismo o acné.
Artículo 6: Se acuerda acuñar en las monedas de mayor denominación el rostro de Lady Gaga.
Artículo 7: En cada centro de esparcimiento que cuente entre sus instalaciones con una pista de baile, se aplicará el 1x1 dancístico según el cual por cada pieza que un caballero baile con una bonita, ha de invitar a una fea.
Artículo 8: En los sitios de trabajo el jefe baboso no solo piropeará a las empleadas despampanantes, sino que ha de ofrecer asiduos elogios al personal desprovisto de atributos físicos primorosos, y en ningún caso tales halagos versarán en torno al dominio de la mecanografía. De igual forma, serán penalizados con cien unidades tributarias (100 U.T.) los individuos que ofrezcan su asiento en camioneticas, el Metro o cualquier otro transporte público, solo a mamis y no a aquellas pasajeras poco favorecidas por la Madre Naturaleza.
Artículo 9: Se establece el 22 de Septiembre como Día Nacional de la Plurifacialidad, en homenaje al nacimiento del ilustre Pepeto, quedando instituida tal fecha como Día Feriado so pena de las acciones penales a que hubiere lugar conforme a la presente Ley.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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martes, mayo 17

El saludable


Cada familia o grupo de amigos cuenta entre sus miembros con El saludable, ese sujeto cuya capacidad de asombro lo identifica rápidamente: es él o ella quien, al ver que depositamos sobre nuestro plato una jugosa chuleta, con espíritu pedagógico salta a contabilizar el número de calorías, bacterias inmunes al calor de la hornilla, grasas saturadas y demás horrores ocultos en aquel delicioso bocado, coronando sus argumentaciones con la historia de la tía o el primo que un día cayó fulminado a consecuencia de sus insensatos hábitos alimenticios y que (suele cerrar su manifiesto El saludable) es el mismo destino que nos espera a todos nosotros de ceder a cualquier tentación salpicada con queso fundido.
El mayor placer de los fanáticos religiosos radica en presumirse destinatarios exclusivos del reino de los cielos, mientras que a los pecadores que ignoren sus advertencias los aguarda el fuego eterno. De un regocijo afín disfruta El saludable cuando nos restriega en cara sus legumbres y su granola y sus carnes magras en comparación con nuestra rutina inmersa en el ocio y la voracidad. Y como los ex fumadores que tosen ruidosamente apenas notan que alguien se acerca un cigarrillo a los labios, a El saludable lo antecede un pasado vergonzoso que ahora lo faculta como una voz experimentada: “mira que el cigarro da cáncer”, descubre; “los dulces producen caries”, notifica; y “no vas a llegar a los cuarenta” es su profecía favorita.
A modo de escapulario, El saludable lleva un cargamento de polivitamínicos y Omega 3 que sobresale de su cartera o maletín hacia los sentimientos de culpa de quienes lo vemos levantarse muy temprano para irse a la clase de Pilates seguida de la de yoga, cerciorándose de volver empapado en sudor justo a la hora en que los juerguistas despiertan a la resaca producto de la noche anterior. Pero supuestas verdades hoy se hunden en el charco de la duda y eso a El saludable lo desconcierta. Como ejemplos, recientes hallazgos científicos revelan que las vitaminas -incluidas la E, C y el beta caroteno- inhiben la capacidad del hígado para procesar el colesterol malo; el consumo moderado de vino tinto y cerveza previene la muerte celular; del chocolate podrían extraerse fármacos para combatir el cáncer, la cardiopatía y las enfermedades inflamatorias; la ingesta de vitamina C no escuda de manera significativa contra los resfriados… en fin, como dijo Woody Allen, “lo que de niños nos decían que era bueno, como la leche, el sol y la universidad, de adultos resultó ser malo”.
A muchos sorprenden estas buenas nuevas; pero aún más a El saludable, arruinado su aire de inmortalidad conquistada y -lo que es peor- la liberadora oportunidad de escurrirse a la cocina para, abrigado por el silencio de la noche y teniendo al bombillito de la nevera como único testigo, saborear los restos de un pecado bañado con guasacaca.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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jueves, mayo 5

El drama de las promesas fallidas


Asumirse como promesa fallida es un trago que pocos están dispuestos a tomar. Para quienes no estén familiarizados con el término, el mismo corresponde a esas personas a las que durante su juventud les auguraban un futuro promisorio, anunciados por padres, profesores y amigos como milagros inminentes digamos que en el beisbol o en la literatura; pero el tiempo pasó y el fuego de la estrella nunca ardió, el ingreso al equipo de las grandes ligas o la escritura de la novela estremecedora nunca cuajaron mientras la promesa encanecía al mismo ritmo en que su presencia se iba diluyendo entre la multitud.
El límite para considerarse prospecto ha sido siempre estricto: Mozart aún se hacía pipí en la cama cuando compuso su primera ópera o, según me recuerda el colega y alto pana Rafael Jiménez, Mark Zuckerberg, todavía aquejado por el acné, convulsionó con Facebook el universo de las redes sociales ¡Y ni hablar de Jimmy Neutrón!, modelo que sirve las primeras cucharadas de la frustración a los tripones que no descubran, en plenos estudios primarios, la fórmula de la fusión en frío.
Soplar determinado número de velitas sobre el pastel disuelve las esperanzas y, alcanzada cierta edad, la mayoría de los talentos se pierden de vista aunque no en el mejor sentido de la expresión. Anuncios como “Se solicita personal… hasta los 20 años” o “Concurso de autores para… menores de 30” apuntalan la idea de que las expectativas tienen fecha de vencimiento luego de la cual padres, profesores y amigos que una vez cifraron sus ilusiones en la promesa comienzan a inquietarse, a mirarla con recelo y hasta con ojeriza, como si descubrieran que fueron estafados por una oferta engañosa.
Así, parece no haber manera decorosa en que una promesa se asuma fallida. Los rumbos a tomar varían desde quienes encaran con serenidad su condición de chasco pero sin perder el chance de sacar a relucir su inventario de éxitos remotos (“no hice más por culpa del entrenador y/o del editor que nunca me dio una oportunidad”); la frustración engendra mitómanos excepcionales y otra alternativa es vivir de las glorias posibles, divulgar proyectos en permanente estado de gestación como para mantenerse a flote sostenidos a la boya de la esperanza; y un tercer rumbo, sin duda el más triste, consiste en la aspereza, llenarse de emociones turbias y es entonces cuando el éxito ajeno se vuelve irrespirable, da dentera.
Estuve tentado a concluir el presente artículo con un tono esperanzador, una y otra vez quise exponer que existe otra posibilidad para las promesas y es la de no aceptarse fallida un carrizo, renunciar a tomar la ebanistería o el bordado como maniobras últimas de la resignación y hasta internado en un geriátrico seguir pretendiendo encender el fuego de la estrella; pero no me creí ni una palabra, un signo de madurez consiste en aceptar, sí, que en ciertas disciplinas los sueños caducan y mucho me apena defraudar a mi madrina y a un par de conocidos que una vez vieron en mí a una radiante promesa de los artículos de autoayuda.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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martes, mayo 3

Mitos de la quitamarido


Las mujeres denuncian que hay escasez de hombres, lo que genera la proliferación de dos fenómenos incompatibles: por un lado, las señoras que ya tengan al suyo en casa lo atesoran como si se tratase de un Renoir o de una joya Cartier mientras -como segunda consecuencia derivada del cacareado desabastecimiento masculino- toma auge la amenaza de la quitamarido, ese coco conyugal cuya entrada a un salón lleva a que las esposas se persignen, temiendo que si la malamañosa desbarató el matrimonio de zutana, quién quita que un día de estos, cual tragavenados luego de concluir su digestión, redirija los colmillos a otro hogar para calmar su hambre con un nuevo esposo ajeno. No obstante, ya es hora de esclarecer con la luz de la verdad una serie de mitos que las películas, las telenovelas y especialmente los programas de Laura Bozzo han tejido alrededor de la llamada “rompe hogares”:

“Yo nunca sería tan bicha”
Falso: En algún rincón del alma de la damita más inocente late la semilla de una quitamarido, solo que no ha encontrado la manera o carece de las cualidades necesarias para apropiarse del anhelado esposo de otra. Señoras y señoritas, si lo dudan, levanten la mano derecha y tras posar la izquierda sobre una Biblia juren si, de encontrarse entre sus posibilidades, no estarían dispuestas a ejercer el rol de desalmadas y dejar en cuatro bloques a Victoria Beckham, a Angelina Jolie o a cualquiera otra esposa del galán de su preferencia.

“Me robó al hombre”
Falso: Términos como “quitamarido” o “rompe hogares” depositan sobre la espalda de la querida el peso de una acción verbal que libra de responsabilidades al varón, quien durante el proceso queda como un artículo manso y portátil, casi un perrito o una sartén sustraídos, al menor descuido de su dueña, por una raptora. La frase así construida pareciera indicar que el marido no fue infiel sino víctima de un secuestro express.

“El otro”
Verdadero: ¿Es el género masculino plenamente respetuoso con la mujer ajena? Por supuesto que no, aunque llama la atención la inexistencia de los términos “quitaesposa” y “el otro”.

“Es una vergüenza para la familia”
Depende: Usualmente la quitamarido es tratada por su parentela como una mancha o una sombra a ocultar, a menos que el tipo que una noche ella trae a cenar a casa sea el marido de Victoria Beckham, el de Angelina Jolie o en todo caso un próspero comerciante. En tales circunstancias, hasta el familiar más conservador de la quitamarido no demorará en bendecir ese romance con un sublime “nadie ordena en los arrebatos del corazón”.

“Me lo quiere quitar”
Falso y verdadero. Muchas veces la bribona no desea quitarle el marido nada: solo pedirlo prestado.

“Las esposas son las víctimas”
No siempre: Abundan las mujeres que no hallan cómo escapar de un matrimonio sofocante y en esos casos la quitamarido ejerce una labor profiláctica, diríase que de heroína salvadora y si el gesto no generara sospechas, más de una esposa entregaría a su cónyuge acompañado de una tarjetita y envuelto en celofán como muestras de gratitud por el favor concedido.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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