martes, mayo 17

El saludable


Cada familia o grupo de amigos cuenta entre sus miembros con El saludable, ese sujeto cuya capacidad de asombro lo identifica rápidamente: es él o ella quien, al ver que depositamos sobre nuestro plato una jugosa chuleta, con espíritu pedagógico salta a contabilizar el número de calorías, bacterias inmunes al calor de la hornilla, grasas saturadas y demás horrores ocultos en aquel delicioso bocado, coronando sus argumentaciones con la historia de la tía o el primo que un día cayó fulminado a consecuencia de sus insensatos hábitos alimenticios y que (suele cerrar su manifiesto El saludable) es el mismo destino que nos espera a todos nosotros de ceder a cualquier tentación salpicada con queso fundido.
El mayor placer de los fanáticos religiosos radica en presumirse destinatarios exclusivos del reino de los cielos, mientras que a los pecadores que ignoren sus advertencias los aguarda el fuego eterno. De un regocijo afín disfruta El saludable cuando nos restriega en cara sus legumbres y su granola y sus carnes magras en comparación con nuestra rutina inmersa en el ocio y la voracidad. Y como los ex fumadores que tosen ruidosamente apenas notan que alguien se acerca un cigarrillo a los labios, a El saludable lo antecede un pasado vergonzoso que ahora lo faculta como una voz experimentada: “mira que el cigarro da cáncer”, descubre; “los dulces producen caries”, notifica; y “no vas a llegar a los cuarenta” es su profecía favorita.
A modo de escapulario, El saludable lleva un cargamento de polivitamínicos y Omega 3 que sobresale de su cartera o maletín hacia los sentimientos de culpa de quienes lo vemos levantarse muy temprano para irse a la clase de Pilates seguida de la de yoga, cerciorándose de volver empapado en sudor justo a la hora en que los juerguistas despiertan a la resaca producto de la noche anterior. Pero supuestas verdades hoy se hunden en el charco de la duda y eso a El saludable lo desconcierta. Como ejemplos, recientes hallazgos científicos revelan que las vitaminas -incluidas la E, C y el beta caroteno- inhiben la capacidad del hígado para procesar el colesterol malo; el consumo moderado de vino tinto y cerveza previene la muerte celular; del chocolate podrían extraerse fármacos para combatir el cáncer, la cardiopatía y las enfermedades inflamatorias; la ingesta de vitamina C no escuda de manera significativa contra los resfriados… en fin, como dijo Woody Allen, “lo que de niños nos decían que era bueno, como la leche, el sol y la universidad, de adultos resultó ser malo”.
A muchos sorprenden estas buenas nuevas; pero aún más a El saludable, arruinado su aire de inmortalidad conquistada y -lo que es peor- la liberadora oportunidad de escurrirse a la cocina para, abrigado por el silencio de la noche y teniendo al bombillito de la nevera como único testigo, saborear los restos de un pecado bañado con guasacaca.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
http://irenepizzolante.com

1 comentario:

DINOBAT dijo...

Ajoporro con chicha!