miércoles, abril 24

Los pobres también pueden ser geeks






No cualquiera puede darse el lujo de ser aficionado a la tecnología: adquirir los aparaticos de moda reclama una holgura financiera que no está a la mano de todos ¡Pero que la pobreza no te desmoralice! Con un poco de creatividad e ingenio, los geeks de escasos recursos también pueden ver satisfechas sus flamantes aspiraciones:

STREAMING DESDE EL BANCO
Una actividad en boga es transmitir en red videos personales, asunto difícil de lograr si no se cuenta con cámara, micrófono, conexión a internet y -en no pocos casos- ni siquiera computador o pantalla. Para resolver dichas privaciones, párate frente a la cámaras del automercado, las del banco o del centro comercial, e inicia tu emisión multimedia en vivo por el tiempo que gustes. Tal opción abriga la ventaja de traer incorporado al personal de seguridad como público cautivo.

HARDWARE RECICLADO
Una regla dorara consiste en tomar los viejos trastos de la casa o la oficina para hacer de ellos gadgets de última generación. Así, el estorboso fax puede convertirse en un adaptador para cornetas del iPhone (¡único en el mercado!), y la puerta del horno microondas en una rutilante tablet.

REDES SOCIALES
Si no tienes dinero para pagar la conexión a internet en el móvil y mantenerte conectado a Twitter, Facebook, Instagram y demás redes sociales, dile a quien esté esperando a tu lado en la parada de la camionetica: “Tengo hambre”, “Amo a mi novia”, “¡Ay, qué frío!”, “Estoy esperando la camionetica”; y recuerda llevar siempre contigo tu álbum de fotos para mostrarles a los compañeros de viaje en el Metro, un retrato de ti frente al espejo del baño o las gráficas de tu más reciente borrachera.

TELÉFONOS INTELIGENTES
Ante el asedio del hampa, se tú el inteligente y regresa al ladrillo Motorola DynaTAC 8000X.

PROGRAMAS Y APLICACIONES
A veces se es tan pobre que hasta escasea el presupuesto para comprar donde los buhoneros las copias pirata de los programas, y hay que apelar a la maña: si lo que deseas es editar imágenes con Photoshop pero no tienes el efectivo para el Adobe Creative Suite 6, vuelve al mítico Paint; y si ya se te agotó el cupo electrónico de Cadivi para bajar aplicaciones de Apple Store, no te preocupes, eso también les pasa a los ricos. En cualquier caso, recurre a esa mágica, inigualable, sublime, portentosa, perfecta y sobrenatural palabra: “Free”.

ANGRY BIRDS
Vive momentos inolvidables con una honda o china blandidas en el patio de la casa.

AHORRAR EN OTRAS ÁREAS
Con el fin de obtener el iPhone 5 o el Samsung Galaxy S III, siempre queda la alternativa de apretarse el cinturón en otros rubros -antisudoral, agua embotellada, antibióticos, papel toilet- críticos, sí, pero nunca tan gratos como el éxtasis que genera remover el celofán del aparatico y sentir su incomparable olor a nuevo.

99 favores no bastan



- Pana… ¿me prestas el carro este fin de semana que el mío está en el taller?
- Por supuesto.
- Y, si no es mucha molestia, unos realitos para la gasolina que ando en el ladre.
- Cuenta con eso.
- Además, y perdona el abuso, me dejas el iPod porque ya sabes lo estresante que es conducir sin buena música.
- El iPod no sé dónde lo puse, así que me disculpas esa.
- ¿Cómo? ¿No sabes dónde lo pusiste… o me lo estás negando? Realmente, chico, ¡qué miserable eres! Uno nunca puede contar contigo cuando se te necesita, ¡ah!
Por supuesto que la última línea del anterior diálogo casi nunca ocurre, esas palabras de decepción se dibujan en el gesto de repudio, en la mirada con la que el amigo desencantado te mira de refilón, de arriba abajo, al tanto que exhala un descorazonado suspiro porque no le cediste -pese al carro y los reales- al perro y a la mujer. Es una variante del silencio acusador y la súbita actitud de cachorro abandonado bajo la lluvia con que actúa la culpa para hacerte arder en las llamas de ese sueño inalcanzable que es ganarse la satisfacción del amigo, además de pedigüeño, malagradecido.
Lo de amigo es un decir pues la historia se reproduce en cualquier otra esfera de la cotidianidad y allá rodó tu reputación si, tras dejarle medio sueldo al familiar necesitado, no le cedes también parte del bono de alimentación más un sencillo para el transporte; o del compañero de trabajo a quien complaces cambiándole la guardia del día feriado o brindándole los apuntes de un informe pero si un día no accedes a una cuenta más de su rosario de solicitudes, te tratará -generalmente a tus espaldas- de desalmado y egoísta.
Es lo que llamo el imposible número de los 100 favores (por poner una cifra, que pueden ser 5, 100 ó 1.000) necesarios para ganar la esquiva gratitud de ciertas personas. Pero dicha meta nunca se logra pues el cálculo tiende a detenerse en el número previo a la ocurrencia del milagro: por mucho que te esfuerces, el contador nunca alcanza la cifra dorada, jamás consigue sellar la consagración definitiva de una bondad que algunos prójimos mantienen permanentemente a prueba. Si te pelas en el ofrecimiento de un auxilio, la cuenta regresa inexorablemente a cero, como si nunca hubieras movido ni un dedo.
¿Participaste en la compra de los jugueticos para los ahijados pero te faltó para el papel de envolver? ¡Miserable! ¿Ayudaste a un amigo a que llenara la nevera pero omitiste para los refrescos? ¡Avariento! Si en el transcurso de la cena ese tipo se asfixia, será tu entera responsabilidad ¿Socorriste a un prójimo para el cambio de aceite del vehículo pero no para renovar los cauchos? ¡Mezquino! Ya verás que si rueda por un desfiladero, la culpa quedará grabada en tu negra conciencia. Y es que el ingrato es ajeno a la satisfacción, y a la menor pifia no dudará en señalarte -en el más descarnado lenguaje castizo- de mierda.
Eso sí: ni se te ocurra cometer la insensatez de recordarle el inventario de los 99 favores concedidos pues como un rayo lo sobrecogerá el horror de la ofensa, ese gesto de mártir apesadumbrado porque -pese a acercarle el plato de comida- no le suministraste el fondillo para ir al baño.