miércoles, mayo 22

Denuncia políticamente correcta



Distinguido señor agente del orden público, me apersono en esta dependencia policial con el fin de solicitar la aplicación de medidas urgentes destinadas a privar de libertad a los amigos de lo ajeno de cuyas acciones delictivas fue objeto este servidor. El hecho punible ocurrió ayer tarde en las inmediaciones de la entidad bancaria donde acababa de convertir en moneda corriente el cheque endosado a mi nombre por concepto de salario mínimo, luego de lo cual me dirigiría en compañía de mi señora esposa y su señora madre, es decir, mi señora madre política, rumbo al emporio de “Quinta Crespo” para la adquisición de los productos propios de la cesta básica.
De súbito y proveniente de detrás de un arbusto, hizo acto de presencia un par de ciudadanos en apariencia adscritos al estrato socioeconómico menos favorecido de la sociedad, el primero de ellos entrado en carnes y de aspecto caucásico y el segundo de ascendencia afroamericana y baja estatura, quienes a leguas se les veía autoestimulados por sustancias psicotrópicas, y que a continuación me instaron encarecidamente a que les hiciera entrega de los bienes de valor de los que en ese momento yo disponía o, en caso contrario, sería lesionado con el objeto punzopenetrante cuyo filo el irregular de aspecto caucásico presionaba enérgicamente contra el área de los huesos largos y curvos que conforman mi caja torácica. La sensación de inseguridad fue aterradora.
Los sospechosos aderezaban sus demandas con agresiones verbales que comprendían denominar a mi señora madre política de fémina perteneciente a la tercera edad con ostensible aspecto de ave trepadora, a mi señora esposa la catalogaron de mujer pública y de moral relajada que percibe remuneración económica por la prestación de sus servicios sobre aceras y brocales de la ciudad, mientras en mi caso insistían en poner en tela de juicio mis inclinaciones sexuales mediante la conjetura de actividades presuntamente relacionadas con la comunidad LGBT y descritas de manera bastante gráfica por el par de antisociales. Yo invocaba a la suprema deidad para que no nos hicieran daño a nosotros ni a nosotras, que acarrearan con nuestras posesiones pero que no nos dejaran con alguna discapacidad motora o, peor aún, ultimados ¡Qué de testículos! El de ascendencia afroamericana y baja estatura pareció apiadarse y, cosa rara, los dos insecticos nos exhortaron a seguir velozmente la marcha si era nuestro deseo conservar la integridad física.
¡Nos salvamos de semillita!, distinguido señor agente del orden público, pero le solicito que emprenda las investigaciones a que diera lugar para que esos dos genitales de progenitora sean aprehendidos y confinados a un centro de reclusión porque así no se puede vivir, ¡recórcholis!, con el pulso acelerado cada vez que salgo a la vía pública no vaya a ser que vuelva a coincidir con dichos irregulares y ahí sí le certifico que me hago del cuerpo.

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