miércoles, mayo 29

Jaladera online



La adulación es una marramucia aplicada desde el inicio de los tiempos con el propósito de alcanzar diversos objetivos, pero en esta era 2.0 no todos aprovechan las infinitas posibilidades que ofrece internet cuando se trata de echarle una jaladita al profesor severo, al jefe o al pariente rico; de allí que el propósito de estas líneas sea aprender a sacarles brillo a las monedas falsas de la ambición figurando como un chupa(social)media altamente efectivo.
Antes de seguir, recordemos la esencia que rige toda jaladera magistral: nunca llevarle la contraria al individuo objeto de la zalamería, ley que en el universo online ha de acatarse desde el momento en que se pisa una tienda para comprar los gadgets y los sistemas operativos: si el sujeto a engatusar es fanático del iPhone, por poner un caso, ¡ni se te ocurra cometer la torpeza de darle el PIN de tu Blackberry!, y corre a fijar sobre el vidrio posterior de tu vehículo una calcomanía de la manzanita blanca.
Es de novatos enviarle a la tía rica un tuit con la frase “¡Qué bonita sales en el avatar!”, nada de eso; aunque sea una maniobra legítima comentar eventualmente lo cuchi que se ve la foto de su perrito publicada en Facebook o hacerle Like a la imagen del pabellón con barandas que la susodicha colgó en Instagram, no exageres pues los otros parientes pobres como tú te están viendo y, no faltaba más, adoptando en línea esas mismas astucias. De aquí se extrae una segunda premisa: como en la adulación cara a cara, la sutileza también gobierna la jaladera online.
Para alcanzar una serena delicadeza es imprescindible conocer los gustos del poderoso cuyos pies serán besados: tras una concienzuda búsqueda por Facebook y descubrir que tu jefe es hincha del Real Madrid, ponte de avatar una foto de Cristiano Ronaldo (sí, todo sea por la anhelada promoción) o, en caso de que aquel sea un entusiasta de Lady Gaga, monta regularmente desde tu cuenta en YouTube los videos de la diva del pop. Elegir “Bad Romance” como ringtone de tu móvil sería un lindo detalle.
Gracias a las redes sociales hoy el jefe está al tanto de cada uno de tus movimientos, qué comes y en dónde estás. Que este stalker oficinesco no te intimide, al contrario, ¡mueve esa pieza de ajedrez a tu favor! y publica a golpe de las 2 de la madrugada de un domingo: “¡Qué bueno me está quedando este balance que tengo que entregar mañana!”, sin olvidar difundir por Foursquare que a esas horas aún permaneces en la empresa.
La bipolaridad que hoy define al país es un río donde se pescan jugosas ganancias, y -siempre en armonía con las inclinaciones políticas del adulado- di que no te pelas cada noche @LahojillaenTV o échale la bendición a @hcapriles el día de su santo. Este ardid te ahorrará la vergüenza de retuitear las pendejadas que tu jefe publique, y hasta podrías alcanzar la cumbre del jalabolismo en redes sociales: ¡que sea el propio jefe quien te retuitee!, conquista apenas superada por el intercambio en WhatsApp de los chismes de la oficina.
De acá a que se abra boyante el cofre de los privilegios solo hay un “Me gusta” de distancia.

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