domingo, julio 8

Ratón moral

Abundan las recetas para combatir el malestar físico luego de una noche de tragos (hervido de gallina, jugo de tomate, analgésicos, dormir mucho); pero no hay un remedio instantáneo contra la madre de las resacas, el ratón moral, aquella que al día siguiente del sarao hunde al espíritu en un albañal de remordimientos.
Haría falta un depurativo para este género de quebranto. Lo primero que se me ocurre (agarra el dato, industria de los refrescos) es una bebida energizante destinada, no a reponer las sales minerales del organismo, sino a rehidratar la vergüenza hecha trizas durante el descalabro de la sensatez. Hasta he pensado en el comercial para la televisión: (Voz en off) “Señor… ¿llegó usted tarde a casa y le cayó a cachetadas a su esposa por no esperarlo con la cena caliente?” (imágenes alusivas al hecho) “Señora… ¿luego de la cuarta copa de vino le dio por besuquearse con medio personal de la oficina?” (se difumina la secuencia de una doña dejándose manosear, para dar paso a close up de Pedro Penzini Fleury que anuncia, bebida en mano y logo de fondo:) “¡Tome Moraltorade y dígale adiós al reconcomio!”.
Un invento mayormente provechoso sería una máquina del tiempo, retroceder hacia el minuto preliminar a aquél en el que le pellizcamos una nalga a la novia de nuestro mejor amigo o embestimos el carro contra un poste. Hasta programaríamos el artefacto para que nos lleve al momento justo cuando la laguna mental ahogó el recuerdo, recuperando para la memoria los episodios perdidos entre las dos y las cinco de la madrugada, entre el sexto y el décimo trago. Y es que no hay peor ratón moral que despertarse culpable sin saber por qué.
Como ninguno de los sistemas mencionados existe, queda una única alternativa: goce su ratón moral. Quizá hasta sea mejor así. La ruina anímica no sólo invade tras el exceso etílico. Hay gobiernos, monarquías y religiones cuyas metidas de pata acarrean, no digo un ratón, sino un canguro moral. Consumada la bajeza, el trasnocho del alma también domina a ciertos delatores, inconsecuentes y mercaderes de la conciencia, quienes ya obtienen un logro si luego llegan a sentirse unos bichos, primer paso éste para sacar los pies del desmadre.
No sentir ni siquiera un hamster echándonos en cara nuestras pifias cuando nos miramos al espejo, eso sí que haría de la nuestra una compañía peligrosa.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Genio! (Como siempre...)

Jhonathan dijo...

gracias hermano...

enigmas PRESS / Gandica dijo...

Y ni hablar de internet.

Cuántas fotos no hay por ahí que los amigos ponen de los amigos estando borrachos... y hasta algún que otro pezón de alguna damisela pasada de tragos.

En fin, un post de genuina factura.
Cordial saludo.

Anónimo dijo...

todo bien. siempre y cuando el hamster no se convierta en plenipotenciario dragón cazafantasmas (como tantos comisarios) y nos paralice pa siempre... ah, ¡la culpa!

Anónimo dijo...

bueno que puedo decir todos los fines de semana me sufro de raton moral bueno todo el grupo de amigos jejejeje no beban carta roja uno de sus principales efectos al dia siguiente es ese ratonnnnn morallll weno nos vemos.