lunes, diciembre 27

@ninitojesus


Me acabo de topar en Twitter con los mensajes enviados hace pocas horas por el Niño Jesús a través de su cuenta en esta red social, @ninitojesus, un regalo decembrino que no podía pasar por alto y cuyo timeline transcribo a continuación:
9:45 pm 24 de diciembre: Mamá y señor q la acompaña buscan sitio donde alojar mi llegada al mundo, cosa difícil tomando en cuenta época + crisis hospitalaria.
10:15 pm: Choque entre carretas forma tremenda cola en entrada a Belén. Autoridades por favor apersonarse.
11:50 am: Antes de que acabe el viernes, quiero darle un #FF a @arcangelgabriel por estar siempre pendiente.
11:55 pm: Al fin mamá y señor q la acompaña consiguen sitio donde albergarse… pero huele a burro y bosta de vaca.
12:00 25 de diciembre: Resplandece como nunca luz en lo alto #BrillaLaEstrellaDePaz
12:20 am: Pastores celebran mi nacimiento. Multiplicaré gelatina y cotillones para los amiguitos presentes.
12:30 am: Aclaro: ser Hijo de Dios no significa que yo sea ningún oligarca.
12:45 am: Algún día caminaré sobre las aguas ¡pero nada que logro que regrese al mar esta ballena blanca!
1:05 am: ¡Gracias a @NelsonBocaranda por sus retuits! :)
2:20 am: Se comenta que en las cercanías están rodando las cabezas de los tripones #rumor #susto #chimbo
2:48 am: Al lado de mi cunita de heno hay bultos y bultos con cartas llenas de peticiones, pero…
2:49 am: ¿A quién se le ocurre pedirle cosas a una criatura nacida en un establecimiento carente de las mínimas condiciones sanitarias, ah? #fail
2:50 am: Además… ¿desde cuándo es el cumpleañero quien regala?
2:51 am: Sin embargo, en líneas siguientes, responderé algunas d las solicitudes recibidas.
2:53 am: “Deseamos ganar la temporada, Tiburones d la Guaira”. Queridos escualos, soy el Niño Jesús ¡no Mandrake!
2:57 am: “¿Y mi Oscar, chico?, Mimí Lazo”. Esperanzada Mimí, moveré todas mis influencias celestiales, pero no te prometo nada.
2:59 am: Para cualquiera otra petición, escríbanme un DM o al correo chucho@gmail.com
3: 05 am: Bienaventurados quienes logran que TweetDeck actualice los mensajes espontáneamente.
3:30 am: Declaro q es falso de toda falsedad el presunto pique entre San Nicolás y mi persona, según refiere la prensa amarillista.
3: 35 am: Cuando sea grande quiero ser bombero, marino mercante o Mesías #emprendedor #proactivo
3:40 am: Gracias por sus follows ¡Espero llegar algún día a los 2 mil millones de seguidores!
3:42 am: En unos 33 años RT @judasiscariote: ¿Y cuándo nos visitas en Jerusalén?
3: 45 am: “La traición supone una depravación detestable”. Esa frase del Barón de Holbach me da mala espina…
3:52 am: A quienes han venido a adorarme, agradecido por tanta mirra e incienso. Sólo falta PlayStation Move.
4:12 am: Mami ordena que suelte el BB y me vaya a dormir pues me aguarda una jornada laboriosa.
4:15 am: TwitterOff.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
http://irenepizzolante.com

viernes, diciembre 17

Nostofobia


Me intrigan esas personas que proclaman “vivir la vida a plenitud”, las que hoy se lanzan en paracaídas y mañana vuelan en parapente, esperando ansiosas un asueto prolongado para recorrer lodazales sobre un vehículo rústico o hundirse en las profundidades mediante la práctica del submarinismo, esas personas que casi todas las tardes van al cine o a cenar o al teatro o a un concierto y hasta a verbenas escolares si no sale mejor plan, los mundanos inagotables que desde el jueves escarban la agenda en procura de un cumpleaños o una boda donde sobrevivir a las noches de sus fines de semana.
Sospecho que tal empeño por saturar de sensaciones cada uno de los sentidos, el afán de adrenalina y de llenarse de barro hasta el cuello, esconden en su reverso una tragedia: la intolerancia al silencio, y es en casa donde con mayor fuerza clava sus uñas la claustrofobia de hallarse encerrado dentro de sí mismo así que a empacar maletas antes de que, tal como ocurre en esas escenas del cine y la tele, las paredes de la habitación comiencen a moverse hasta tocarse entre sí y aplastar al ocupante. Para muchos de estos inquietos que no soportan ni un cuarto de hora sin compañía ni música dentro del auto, el hogar no es el sitio a donde se llega sino de donde se parte, un inmueble para pernoctar o en todo caso para llenar de invitados de manera que las conversaciones y los brindis ahuyenten la oportunidad de escucharse a sí mismos o, peor todavía, el descubrimiento de que no tienen nada que decirse.
Por supuesto que ciertos paisajes ofrecen condiciones epidérmicas para la reflexión, pero dudo que la cumbre de una montana contenga más verdades que el linóleo que va de la nevera al lavaplatos o, como mejor lo dijera aquella baronesa abrigada bajo el seudónimo George Sand, “mis viajes más bellos, los más dulces, los he hecho al calor del hogar, con los pies en la ceniza caliente y los codos reposando en los brazos desgastados del sillón (...). ¿Por qué viajar si no se está obligado a ello? Es que no se trata tanto de viajar como de partir; ¿quién de nosotros no tiene algún dolor que distraer o algún yugo que sacudir?”. La soledad está llena de marismas y pendientes que acobardarían al más resuelto de sus practicantes, de allí las muchas otras vías -navegar en red hasta que venza el sueño, las horas extra en la oficina sin que el jefe las solicite, los brazos del amante- tomadas para evadir ese deporte aún más extremo y vertiginoso que significa permanecer callado durante cinco minutos sobre el mueble de la sala.
A esa angustia por la primera persona se le ha dado uno de los nombres más hermosos que pueda recibir una aversión, nostofobia, el “miedo persistente e injustificado a estar o regresar al hogar”, aunque lo de injustificado quizá no sea del todo cierto y sobran los motivos a los que temer pues tras volver de una travesía e introducir la llave dentro de la ranura de la puerta, el expedicionario sabe que adentro se espera a sí mismo.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
http://irenepizzolante.com

martes, diciembre 7

Listos para la lista


No solo es fin de año sino también el cierre de una década, coyuntura que activa la afición de muchos de elaborar listas de los más diversos temas, que si las mejores canciones, películas y libros, las peores calamidades en lo que va de siglo XXI y hasta el ranking de los participantes más picarones de “Sudando la gota gorda”. Y es que hay gente tan fanática de hacer listas, que a esta hora ya tiene una lista de las listas por hacer.
Más allá de constituir una guía jerarquizada, este furor por el inventario que prolifera durante las fechas redondas cumple la función de exhibir la singular visión de quien elabora la lista (he ahí la sombra y la luz de estos registros), su manera de juzgar el mundo pero también su necesidad de ordenar ese mundo, reducirlo a un índice numerado que ofrezca un poco de certidumbre en medio de tanto caos; eso sí: abundan los lugares comunes mientras son pasadas por alto categorías urgentes, por lo que desde este modesto espacio le sugerimos a usted tomar papel y lápiz para darle cuerpo a la siguiente lista de listas tan inéditas como inevitables:
- Los 20 discos de Ricardo Arjona que nunca debieron ser grabados (recordemos que ha grabado 20).
- Las 45 ocasiones inolvidables en que consignamos la documentación para solicitar el cupo de Cadivi pero el banco nos echó la burra al monte.
- Los 12 fallecimientos más lamentables de nuestra abuelita materna y luego de los cuales no pudimos ir a trabajar esos viernes de quincena.
- Tus 15 atracos más escalofriantes del semestre.
- Las 15 veces en que aseguramos con firmeza dejar el cigarrillo.
- Los 10 regresos más gloriosos de Ilan Chester.
- Las 12 ocasiones más románticas en que juramos amor eterno.
- Las 8 lesiones más traumáticas luego de que un motorizado nos lanzara la moto encima mientras transitábamos por el paso de cebra.
- Las 15 novias más sexis -en la última semana- de Cristiano Ronaldo.
- Las 5 actuaciones más vívidas donde Elba Escobar interpreta a Elba Escobar.
- Ranking de las actualizaciones semanales menos necesarias de TweetDeck.
- Las 30 declaraciones más entusiastas en las que un vocero de la oposición predijo, como en aquel comercial de mayonesa, “falta poco”.
- Las tres películas venezolanas donde no sale un malandro.
- Las 30 veces más hipócritas en que anunciamos salir a protestar pero no cumplimos con nuestra palabra pues se atravesó en la agenda una despedida de soltero o un baby shower.
- Las 12 oportunidades en las que juramos con mayor firmeza que primero muertos antes que escribir una lista.
- Los 15 textos de geografía universal que Alicia Machado debería tener en su mesita de noche.
- Las 10 noches más tristes cuando prometimos que no lo/la perdonaríamos de nuevo, que ya no más y hasta aquí llegó lo nuestro.
- Las 10 mañanas más radiantes cuando olvidamos lo prometido durante la noche anterior.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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martes, noviembre 30

Fotos de viaje


El sol agoniza, hay que apurarse, la familia trepa los escalones del fortín desde donde se dominan los prestigiosos atardeceres de la bahía de Juan Griego, pero a su arribo a la cúspide se encuentra con que otros turistas ya ocupan las locaciones ideales para la sesión fotográfica, los cañones que apuntan al mar. Tras algunas miradas de impaciencia y sonoros carraspeos dirigidos a los enamorados que se besuquean sobre las piezas de artillería, el padre instala por fin a su esposa e hijos en un punto estratégico de la atalaya y emprende la brega en la que ejerce los roles de fotógrafo y director artístico, señalando a sus modelos las poses idóneas: la hija adolescente que deje por un momento la cara de fastidio (“¡ríete, chica!”) mientras la madre preside la estampa y sujeta por un hombro al menorcito para que se mantenga dentro de los límites del encuadre.
El atardecer detona sus mejores fuegos, pero no hay tiempo para el presente pues viajar con una cámara es viajar en función al futuro. El señor aprecia sólo a través de la pantallita del aparato el banquete solar servido al fondo, sabe que visitar un paisaje arrebatador sin traer de regreso su registro visual es como no haber salido de casa, tampoco es conveniente dejarle a la memoria todo el peso de los recuerdos, por lo que los viajeros anteponen el testimonio gráfico de la vivencia a la vivencia misma, y posan de espaldas al sol.
El fotógrafo doméstico asume su tarea con el mismo fervor de un profesional, derrochando gestos de victoria ante las composiciones que integrarán la exhibición pautada no para el regreso de la travesía sino para dentro de unos pocos minutos. Las cámaras incorporadas a los teléfonos móviles ofrecen el milagro de presentar a quienes están lejos el álbum fotográfico a medida que éste se va construyendo, las imágenes parten una tras otra desde el paisaje donde fueron concebidas hacia los buzones electrónicos de amigos y familiares o, mejor aún, son publicadas en una red social para que el mundo sea testigo de la consecución de un magnífico bronceado; y aunque pueda decirse que tan eficiente avance tecnológico anula el festín de tragos y bocadillos servidos en el salón de la casa al momento de compartir las fotos de viaje, que ahora no puede verse en el rostro de los espectadores la admiración (o el disimulado aburrimiento) ante el dramatismo de una ola o el juego de azules que forma una nube sobre las aguas, el progreso ofrece a cambio, eso sí, el servicio de los mensajitos de texto.
Antes de que las últimas luces desaparezcan el jefe de familia solicita a un extraño que lo retrate en compañía de los suyos; el ahora modelo observa feliz el ojo de la cámara y aunque desde la superficie suele pensarse que sonríe para quienes contemplarán más tarde la foto, no hay que tener mucha ciencia para deducir que secretamente le sonríe a su reflejo, se está sonriendo a sí mismo, saborea ya el intercambio de miradas consigo mismo cuando mañana, luego de poner en el salvapantallas del PC su imagen favorita, desatienda ciertas obligaciones para repasar por un instante esta tregua naranja y sentir de nuevo la arena caliente bajo los pies, la cara contra el viento, el atardecer de la bahía de Juan Griego cayendo de golpe en medio de la oficina.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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lunes, noviembre 29

L’iPad non serve...

Arianna Russo, Mariela Manfredi y Juan Pablo Sans, estudiantes de la Escuela de Idiomas Modernos de la UCV, se tomaron el grato atrevimiento de traducir al italiano mi crónica “El ipad no sirve para…”, obsequio que publico acá, plenamente agradecido y echón. Grazie!


• Ad accendere e ventilare la griglia.
• Per raccogliere le cacchine nella gabbia dei pappagallini.
• Per fare il titolo di una canzone di Riccardo Fogli (“L’iPad di domani?”).
• Per farci coriandoli e lanciarli dal balcone durante le sfilate dei giorni festivi e la chiusura di grandi eventi.
• Per metterla in ammollo con la colla perché i bambini confezionino delle maschere e dei burattini.
• Per usarlo a modo di panno di daino all'uscita dall'autolavaggio.
• Perché i venditori di giornali si guadagnino la vita negli angoli della città.
• Per gettarlo contro le pareti come sfogo a causa di una notizia spiacente.
• Perché il detective seduto sulla panchina di una piazza, si nasconda mentre tiene di occhino il marito infedele.
• Per farci cartaccia e gettarla adosso ai compagni di scuola.
• Per abbandonarlo ovunque dopo usato.
• Per avvolgere il capitone.
• Lanciarglielo al cane (a dire il vero non si dovrebbe).
• Per farci origami.
• Per imballare dei bicchieri, dei ritratti/quadri e delle figurine (di ceramica) durante il trasloco.
• Per coprire gli indigenti/i senza tetto nelle notti fredde.
• Per proteggere il pavimento dalle macchie mentre si imbiancano/verniciano le pareti.
• Per farci aeroplanini di carta.
• ... e nemmeno per farci barchette di carta per giocare nel fiume o nella vasca da bagno.
• Per inumidirlo e metterlo dentro le scarpe nuove per renderle più morbide.
• Per fare la Vecchia per bruciarla a gennaio.
• Per avvolgere gli avocadi perché maturino.
• Per asciugare dopo un traboccamento del water-closet.
• Per tostare il pane o sbucciare le patate.
• Per avvolgere dei regali (...anche se come regalo andrebbe molto bene).
• Per stendere l’impasto quando si fanno i panzerotti.
• Per introdurlo in bocca e inghiottirlo per nascondere un segreto compromettente.
• Per pulire i vetri delle finestre di casa.
• Per ricoprire la scatoletta di un germogliatore per dare ai ceci un posto caldo in cui crescere.
• Per dare un po’ di consistenza alle montagne del presepe.
• Per metterlo sotto la macchina per individuare la perdita dell’olio.
• Per averlo con sé in caso di emergenze nel bagno dell’autogrill.
• Per avvolgerci un baccalà.
• Per scriverci un messaggio e poi profumarlo, piegarlo e infilarlo discretamente nella tasca dell’amato.
• Per sventolare una signora svenuta in metrò.
• Per farci un push-up per le adolescenti ansiose.
• Per ripararci dalla pioggia.
• E certo, neanche per fare foto, registrare video, leggere chiavette usb, fare telefonate né riprodurre files in formato Flash!

Ilustración: Irene Pizzolante

martes, noviembre 23

Telemercadeo



- Buenos días. Con el señor zutano, por favor.
- Sí, con él habla.
- ¡Buenos días, señor zutano! Lo estamos llamando porque usted ha sido favorecido, privilegiado, ¡diríase que homenajeado! con un regalo consistente en un fin de semana en Cancún ¡Completamente gratis!
- ¿Cómo? ¿Regalo? ¿Cancún? ¿Y eso?
- Por pertenecer a una élite exclusiva y no ser un muerto de hambre como muchos que andan por ahí, se ha hecho usted ganador de esta oferta especialmente diseñada para el Día de los Inocentes.
- Para serle franco, no me intere…
- ¿Va a pelar ese boche? Con esa voz suya tan seductora que se le nota por teléfono, seguro arrasa en aquellas paradisíacas playas aztecas donde, casualmente, en días pasados se descubrió la Atlántida.
- ¿Puedo consultarlo con mi señora?
- No me diga que usted es otro esposo sometido que no puede mover ni un dedo sin pedirle permiso a su mujercita. Clo clooo clo cloooo (onomatopeya de graznido de gallina). Nomás tiene que proporcionarme unos pocos datos y, sin riesgo alguno, podrá ir haciendo las maletas pero ya.
- Si la cosa es gratis, hasta el color de los ojos si quiere.
- ¡Excelente! Deme entonces sus números de tarjetas de crédito y de débito, claves y saldo disponible.
- ¿Y el asunto no y que es gratis?
- Bueno, es sólo para gastos de afiliación, una minucia tomando en cuenta los beneficios que le esperan: usted allá en Cancún, campaneando un güisqui y con tremendo mujerón a su lado. Claro, también puede ir acompañado de su esposa.
- Es que me da como susto darle mi número de tarjeta a un desconocido.
- El peor defecto que puede mostrar un hombre es la indecisión, por lo que no sea pusilánime.
- ¿Puedo pensarlo mejor?
- Rapidez mental, señor, es lo que hace falta para echar pa´lante en esta vida. Así que no lo piense mucho pues otro afortunado podría aprovechar esta oportunidad irrepetible; sin contar que a mí sólo me dan chance de ir al baño sólo luego de cerrar una negociación ¡Así que apúrese!
- Oiga, no me grite.
- Y usted no se me revire ¡Mire que lo estamos monitoreando para mi seguridad!
- Perdón.
- Claro, como usted no es un claustrofóbico que se la pasa encerrado en este cubículo de 1x1, sin HCM y pegado al teléfono todo el santo día (sollozos desde el otro extremo de la línea telefónica). De paso, se da el tupé de desperdiciar el chance de ir Cancún, cuando a mí estas míseras comisiones no me alcanzan ni para ir a Barlovento.
- ¿Y no ha pensado en renunciar?
- ¿Y qué les voy a responder a mis cinco tripones cuando llegue a casa y me pregunten: “¿Papi, cuántos viajes a Cancún concertaste?” ¿Cómo se les explica a unos carricitos una nevera vacía, que este año tampoco viene San Nicolás? (sollozos desde este extremo de la línea telefónica). Entonces… ¿va a seguir de lambucio? ¿Me da el número de la tarjeta o no?
- Está bien, pero… ¿la cosa es gratis, verdad?

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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lunes, noviembre 15

Curdo 2.0


Al fin se inventó lo que muchos esperábamos: el alcoholímetro virtual, recurso indispensable para quienes, luego de varias copas, llegan a las redes sociales tambaleándose y con los dedos hechos un trapo sobre el teclado. La aplicación se llama Social Media Sobriety Test y, una vez instalada en el navegador, despliega en pantalla una prueba de agilidad cuyos resultados muestran si el usuario está juicioso y puede conducir por la superautopista de la información, o si mejor apaga el PC y se acuesta a dormir la mona.
Desde las presentes líneas aplaudimos esta versión electrónica de “hacer el 4”, tomando en cuenta que licor y redes sociales son una mezcla desafortunada, que hasta ahora los avances de la tecnología no han hecho más que sumar espectadores al ridículo que se hace cuando se consume mucho alcohol. Antes de la web 2.0, el borrachín tomaba el móvil para fastidiar a punta de mensajitos de texto a los panas o, si se hallaba con el corazón roto, incurría en la imprudencia de marcar el número telefónico del autor del guayabo para cantarle sus verdades y/o suplicarle entre sollozos una segunda oportunidad. Al momento de la resaca, la vergüenza era enorme pero circunscrita a los pocos destinatarios de la insensatez; las redes sociales expandieron el círculo y apenas uno, vuelto leña, envía hoy un mensaje por Facebook o Twitter, los descalabros de la intoxicación etílica son advertidos ¡en tiempo real! por una multitud compuesta por amigos, familiares, conocidos, parientes políticos, colegas y ex compañeritos del kindergarten.
Esconder la pea en red es tan o más difícil que disimularla desde la barra de un bar. No hay caramelo de menta que valga. Las pifias ortográficas no son el problema (gracias a las abreviaturas propias del medio, un “chik q tal” bien pasa por una frase escrita por un abstemio); pero con cada trago ingerido avanza el vértigo de las ideas que tropiezan entre sí como los pies del ebrio cuando sube una escalera de caracol. Sin embargo y al igual que el conductor en plena rasca se cree Schumacher frente al volante, el beodo virtual jura que sus intervenciones son brillantísimas, que cada mensaje enviado es de una agudeza digna de @WoodyAllen.
Las damas lucen más bellas en sus avatares, desaparece el pudor de publicar las fotos donde salimos en la cuna con las nalguitas al aire; desmanteladas las inhibiciones, la pea en red toma rumbos diferentes de acuerdo a como le caigan los palos al curdo 2.0, siendo las principales categorías: a) Veraz: “mija, ahora sí te cayó el viejo”; b) Necio: “cómo que t desconectas, si apenas son las 4 d la madrugada!!”; c) Romántico: “Margot, sales rica en el perfil. xq no me das tu # para llamart, mami??”; y d) Perreroso: “@jefe, bengo a decirle que lo odeo projundamente #fail”.
A la mañana siguiente, recobrada la lucidez, nos llevamos las manos a la cabeza -“¡qué de bolas las mías!”- y toca deslizarse de puntillas para borrar aquella barbaridad… pero demasiado tarde, ya ha sido leída y hasta comentada y retuiteada por la porción del ciberespacio que nos observa. Y uno ahí, además de enratonado, también sermoneado, bloqueado, unfolloweado por unos cuantos seguidores o -los milagros online existen- con el número telefónico de Margot a la espera en el buzón de los mensajes pendientes.


Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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viernes, noviembre 12

El sabrosón


Allá viene El sabrosón, trayendo consigo un cargamento de besitos para las chicas y enérgicos apretones de mano para los panas, siempre con una ocurrencia en la punta de la lengua, vivaracho, juguetón, generoso al momento de distribuir caramelitos de autoestima entre los presentes. “¡Épale, mami, tan linda hoy como ayer!”, florea a la recepcionista derretida ante el carácter zalamero de El sabrosón, ese volcán de simpaticura que deja a su paso una estela de risotadas y cachetes pellizcados.
Es él o ella (abunda también la figura de La sabrosona) el alma de la fiesta, el jocoso de la oficina o el estudiante más dicharachero en el salón de clases, alrededor de quien se reúne la concurrencia para no perderse ni un solo gesto de tan risueño showman. Y yo, que soy un perfecto aguafiestas, vacilo desde una esquina… ¿será este tipo en verdad buena gente, u otro ejemplar de la especie El sabrosón? Es difícil establecer la diferencia, y eso que he perdido la cuenta ya del número de sujetos así que he conocido en la vida y quienes me convencieron de que tal derroche de simpatía a veces no es más que otra variante de la astucia.
Mientras algunos manipulan al prójimo a partir del atractivo físico, la culpa o los conocimientos manejados en determinada área, El sabrosón recurre a la jovialidad para conseguir sus objetivos, ya sea lograr que el acreedor aplace el cobro de la deuda pendiente, filtrase entre los créditos de la tarea grupal así no haya sacado ni una fotocopia, o asistir con las manos vacías a una fiesta de contribución pero, eso sí, repartiendo a diestra y siniestra una personalidad burbujeante (¡y cuidadito con pretender desenmascararlo! El imprudente que así lo procure sólo obtendrá una antipatía proporcional a la simpatía que El sabrosón despierte entre el auditorio).
Por ser la copa que todos desean chocar, es sanguinario el duelo que se establece cuando dos integrantes de esta categoría coinciden en una misma habitación. De inmediato se reconocen entre sí, miden sus fuerzas sabrosonas; si comparten condiciones similares quizá decidan establecer una alianza e instalar alrededor un bochinche afín o, de ser notoria la superioridad del uno sobre el otro, el menos hábil se retirará al balcón a fumar melancólicamente la derrota.
Sin embargo, hay una única situación en la que El sabrosón pierde la compostura: desafiado por alguien inmune a tanto salero y palmaditas en la espalda, alguien negado a prestarle el carro o a concederle cualquiera clase de favor solicitado con una mano sobre el hombro, a El sabrosón se le apaga la sonrisa, por un instante su mirada arroja una oscuridad pavorosa y apenas si resiste seguir parado ahí, desnudo, arruinado su atuendo de oveja radiante.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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martes, octubre 26

El amigo fatídico


Entre las acciones a seguir luego de que a uno lo abandona la pareja, está buscar entre los compinches comentarios analgésicos del tipo “esa caraja no te merecía, mejor así”; o, si nos roban el carro, se espera de las voces amigas la exposición de circunstancias atenuantes como “bueno, chico, caminar es un extraordinario ejercicio para la circulación”. Y es que conseguir consuelo es uno de los motivos que lleva a los hombres y mujeres a reunirse bajo la asoleada circunstancia que es la amistad, aunque se dan excepciones y dentro de nuestro círculo de amistades siempre está a quien le fascina exprimir nubes en días de tormenta:
- ¿Y no vas a llorar? Porque para que te consigas otra caraja así… –dice la desmoralizante voz en la que pecamos de buscar alivio.
- Pero… ¿crees que esa desgraciada no me merecía?
- O puede ser que estés tan gordo que mira lo que te pasó.
No me incluyo entre quienes confunden la amistad con la condescendencia pues, cuando se equivoca el camino, es obligación del amigo subrayar la falta para no incurrir de nuevo en ella y ver ahora qué carrizo hacemos; pero la camaradería crítica es una cosa -imprescindible- y otra muy distinta es que, al menor desacierto, ya sea que perdamos un yesquero o lleguemos tarde a una cita de trabajo, nos restrieguen por la cara que somos de lo peorcito.
No importa el tema, para el amigo fatídico no hay luz al final del túnel. Cuando, de muchacho, salía por ahí y desde algún rincón de la noche una pechugona parecía prestarme atención, el amigo fatídico deshacía a manotazos la confianza: “Chico, intenta a ver pero, te advierto: esa es todo un mujerón”.
- ¿Y si me meto en un gimnasio?
- Es que tu asunto es genético. Además, las pesas no te van a hacer más alto.
- ¿Y si me voy a broncear a Los Roques?
- La sobre exposición solar genera tumores cutáneos.
- Bueno, esteee… –exploramos mejor fortuna en otro tema-. Sabes, estoy planeando incursionar en el rubro de la comida express.
- En este mundo lo que sobran son las areperas.
- ¿Y qué tal si me vacío un revolver en la sien?
- Según estadísticas, 4 de cada 10 suicidas no alcanzan su objetivo y quedan en estado vegetal o son llevados a prisión por atentar contra su vida.
En fin, sorprende cómo los desenlaces propuestos por este intermediario del pesimismo coinciden exactamente con los que nos daría el más optimista de nuestros enemigos. Y no es que el amigo fatídico sea mala persona o nos desee pesares, sólo es fatídico, descorazonador, sombrío, propiedades ante las que debemos ponernos una coraza por donde resbale la niebla de sus presagios para así curarnos en salud el día en que recuperemos el vehículo o aquel amor regrese a nuestra vida, y el amigo fatídico remache con su tono ajeno a toda esperanza:
- Tú tan joven y exitoso… ¡y de nuevo con ese carro tan feo!


Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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martes, octubre 19

Geek del humo


Por las películas del viejo oeste sabemos que los nativos de aquellas tierras se comunicaban a distancia mediante señales de humo, volátil origen de lo son hoy las redes sociales. El fuego instalado sobre una colina y nutrido con troncos y hojas verdes, no sólo era empleado por los vigías para alertar el arribo de invasores o la proximidad de una manada de búfalos, sino también para que los entusiastas de este primer dispositivo de mensajería virtual invirtieran el tiempo relatándoles a sus amigos lejanos toda clase de situaciones, que si el hallazgo de un nido de cascabeles, el regio vuelo de un halcón, más cualquier vaina que les pasara por la cabeza.
Algunos llegaban al extremo de abandonar la cacería de bisontes y demás responsabilidades por mantenerse frente a la hoguera enviando docenas (a veces, cientos) de mensajes diarios, entre los cuales se colaban agudezas del tipo “nube pasa” o “búho muerto”, y se regocijaban inmensamente cuando desde otra pira se duplicaba el comentario original, prueba de que la participación fue todo un éxito, por lo que durante tardes enteras los más apasionados esperaban con ansiedad una respuesta o al menos una refutación; pero si, por el contrario, el brumoso testimonio caía en la indiferencia, el aborigen emisor se hundía entonces en una tristeza sin alivio (muchos hasta llegaban a enemistarse si saludaban pero el saludo no les era correspondido por el destinatario de tan vaporoso acto de cortesía).
Por este medio recobraban viejas amistades -“¡Lunas sin saber de ti!.. ¿Qué es de tu vida?”- o agasajaban con flores y peluches de hollín a quien cumpliese año, mientras los más hábiles en el dominio de aquellos difusos trazos lograban dibujar en el aire escenas familiares o imágenes alusivas a sus excursiones por acantilados y praderas, obteniendo de inmediato la positiva reacción de los semejantes con respuestas como “me gusta” o un “¡qué belloooos!”; aunque, todo hay que decirlo, muchos que sobrevivían gracias a modestas ocupaciones como la elaboración de tocados con plumas y la compra/venta de cuero cabelludo, temblaban de envidia tras enterarse que un compañero de la infancia sobresalía como gran jefe de una próspera tribu.
Debido a esta afición, hubo quienes abandonaron amigos y amores que no fueran de humo, negándose a estrechar relaciones con algún otro individuo que no participara de tan gaseosa naturaleza.
Lo terrible de dicha modalidad no era sólo que resultaba groseramente contaminante, sino que cuando llovía se hacía imposible establecer la conexión, más la fragilidad de los comentarios, imperceptibles durante la noche y borrados sin misericordia por las corrientes de aire (de allí lo de “las palabras se las lleva el viento”). Pese a ello y aunque después el mecanismo fuera reemplazado por la telegrafía y el vuelo de azules palomas mensajeras, la mano que agita la manta sobre el fuego sigue intacta frente a otro resplandor.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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martes, octubre 12

Padrón en la frutería


Confieso que no me pelo ni un capítulo de “La mujer perfecta”. Sus muchas tramas conservan los rasgos característicos de toda telenovela, con la salvedad de que diálogos y situaciones son eventualmente aderezados con una pizca de poesía (la receta catódica padroniana también incluye como ingredientes humor, barrio, riqueza, traiciones y romance, reunidos en un platillo pensado para satisfacer los más diversos paladares) que por momentos deja la sensación de que uno no está ante un dramón sino asistiendo a un recital en el Teatro Trasnocho. Algunos critican que “la gente no habla así”, aunque yo no les veo nada de malo a esos parlamentos cargados de lirismo pues si las personas se expresaran como a veces se expresan los personajes de las telenovelas de Leonardo Padrón, el mundo sonaría más sabio y bonito:
- Portu -dice clienta 1 desde el área de las frutas en el mini mercadito-, ¿cómo está este aguacate? ¿Maduro ya? Digo… ¿juicioso, ecuánime, en sus cabales?
- Mi señora -responde el portu-, como escribiera una vez François Mauriac, “El tiempo siempre está maduro, la pregunta es para qué”.
- ¿Y los cambures?
- Plenos, en el clímax de su paso por este mundo que, aunque lleno de cosas tristes, también ofrece un cupito de felicidad en la que tenemos matricularnos cada mañana.
- Lux et veritas -interviene la señora de la limpieza mientras sacude con un plumero la torre de duraznos enlatados.
- Y dónde se consiguen esas planillas para optar a la alegría -pregunta retóricamente clienta 1-, porque la última que yo tenía se me acabó anoche, me la arrebataron unos malandros a las puertas del rancho y desde entonces ando con la sonrisa atorada entre los dientes.
- Es que esta ciudad, por muy buenos atletas del optimismo que seamos, es una competencia perdida desde el principio, un chubasco de cemento que nos moja el ánimo, un enemigo que se nos coló aquí -se agrega a la charla clienta 2, apuntándose con un dedo el pecho- en el mismito corazón.
- ¡Ah, el corazón! -añade clienta 1 a la vez que levanta una chirimoya como si se tratase del cráneo de una calavera-. Más que un músculo, el corazón es una emboscada, un incendio rojo. Duele, quema, ¡pero cuánto deseamos arder en esa catástrofe de la razón!
- O, como diría Petrarca -comenta el muchacho que embolsa los productos-: “Quien puede decir cuánto ama, pequeño amor siente”.
- ¡Pequeño amor siente! -repite en coro el resto de la clientela allí reunida.
- Me voy a preparar el almuerzo -se despide clienta 1- ¡Carpe diem a todos!
- Pero, señora - exclama el portu-… ¿Y el aguacate? ¿Se lo lleva?
- ¡Claro! Aquí lo llevo conmigo. Como un tatuaje.
- ¡Estos corozos están piches! -protesta cliente masculino, recién llegado.
- Pues… le digo algo, caballero: como en la vida, este mini mercadito no tiene departamento de reclamos -remata la señora de la limpieza-. Además, un corozo es un corozo es un corozo…

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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martes, octubre 5

Jefes en la mira


La tentativa de Marcia Celeste Fernández, asistente personal de Gabriela Spanic y quien por meses vertió siniestras dosis de amonio en las bebidas y los alimentos de la actriz, reanimó el temor de muchos jefes de tomar una taza de café servida por alguno de sus subalternos. No es para menos. 62.900 resultados arroja Google cuando se busca la frase “mato a mi jefe”, sobran los juegos online que simulan tan encrespada alternativa laboral, es todo un best seller el libro de ilustraciones “101 maneras de matar a tu jefe”, de Graham Roumieu; y más de un episodio de CSI se inspiró en la fiera aniquilación de ese personaje que nos gobierna la existencia de 8 de la mañana a 5 de la tarde.
No deja de sorprender la frecuencia de estos casos. En junio pasado, en la población de Cali, un vigilante no soportó que el dueño del negocio de hamburguesas lo despidiera y, en uso de la arma de dotación, lo ejecutó; en abril, en la colonia colombiana de Rosario, un chico de 17 años vació sobre su jefe las municiones del revólver calibre .38 súper; mientras que en la caserío chileno de Temuco un sujeto fue condenado a 15 años de prisión tras abatir a su supervisor por ofrecerle éste a los obreros poca carne durante las horas de almuerzo. Aquí, el Hotel Crillón y la Alcaldía de Aragua fueron recientes escenarios de cuando los empleados se exasperan de manera indecible, decidiendo poner punto final a la vida de su superior en el organigrama.
Según una investigación publicada por el periódico USA Today, cada semana de 25 a 30 jefes en Estados Unidos resultan heridos en tal tipo de desagravio, entre los cuales 1 pierde la vida. Las señas usuales de los agresores son hombre blanco, soltero, miembro de la nómina por más de 4 años, e iracundo tras ser echado o descubrirse que robó los haberes de la empresa. El estudio tomó en cuenta 224 casos más entrevistas a 18 sujetos encarcelados por cometer el colmo de las fechorías laborales. Uno de estos posesos, Larry Hansel, técnico en una empresa de electrónica en San Diego y quien hizo estallar en la oficina de los directivos sendas bombas fabricadas por él mismo, aún hoy se muestra irrefutable al momento de justificar tan feo propósito: “Volvería a hacerlo con más determinación todavía (…). Me he sacrificado yo para cambiar la directiva de la empresa”.
El asunto no es que sea nada nuevo y es una leyenda urbana que a Napoleón Bonaparte lo envenenó su asistente, que a Bolívar lo postró un farmaceuta de confianza. Se dice que hablar del jefe es el deporte nacional, pero es más que evidente que en ocasiones se pasa del comadreo a la acción, del deseo al plan vertido en el fondo de una humeante taza de café, al encuentro con el vacío apenas se abran las puertas del ascensor.


Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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martes, septiembre 28

El iPad no sirve para…


• Encender los carbones y ventear la parrilla.
• Retener la suciedad en la jaula de los periquitos.
• Comenzar una canción de Héctor Lavoe (“¿Tu amor es un iPad de ayer?”).
• Lanzarlo como papelillo desde el balcón durante desfiles y clausuras de eventos multitudinarios.
• Ponerlo en remojo con pegamento para que los niños en edad escolar confecciones máscaras y títeres.
• Utilizarlo como felpudo a la salida del autolavado.
• Que los pregoneros se ganen la vida en las esquinas de la ciudad.
• Estrellarlo contra las paredes como catarsis cuando nos disguste mucho una noticia.
• Que el detective privado, sentado en el banco de una plaza, se oculte mientras espía a un marido infiel.
• Tirar taquitos.
• Dejarlo olvidado por ahí luego de usarlo.
• Envolver hallacas.
• Lanzárselo al perro (o no se debería).
• Hacer origami.
• Embalar copas, cuadros y figurillas de cerámica durante una mudanza.
• Abrigar a los desamparados en las noches de mucho frío.
• Proteger el piso de manchas mientras se pintan las paredes.
• Hacer avioncitos.
• …Y mucho menos barquitos que lanzaremos luego a un río o pondremos a navegar en la bañera.
• Humedecerlo y colocarlo dentro de los zapatos nuevos para aflojarlos.
• Rellenar el muñeco de Judas en Semana Santa.
• Envolver los aguacates para que maduren.
• Cuando se desborde el inodoro.
• Tostar pan o pelar papas.
• Envolver regalos (…aunque como regalo no está nada mal).
• Nivelar la masa al momento de preparar empanadas.
• Introducírselo en la boca y tragárselo con el fin de esconder un secreto comprometedor.
• Limpiar los cristales de las ventanas.
• Extenderlo entre la tierra y el vidrio del frasco de compota para que así broten cálidamente las caraotas del germinador.
• Darles consistencia a las montañas del pesebre navideño.
• Ponerlo debajo del carro para determinar dónde cae la gota de aceite.
• Casos de emergencia en un baño de carretera.
• Envolver bacalao.
• Escribir un mensaje en él y luego perfumarlo, doblarlo y deslizarlo con discreción hacia uno de los bolsillos de la persona amada.
• Ventilar a una doña que se desmayó en el metro.
• Que las adolescentes ansiosas rellenen su brassier.
• Guarecernos de la lluvia.
• ¡Ah, y tampoco para sacar fotos, grabar videos, leer dispositivos USB, realizar llamadas telefónicas y reproducir archivos de Flash!

Ilustración: Irene Pizzolante
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martes, septiembre 21

Ni tan asegurado


Toca la fecha de renovar las pólizas y el corredor de seguros (en su única aparición anual con el correspondiente “¿cómo anda todo?”) envía a nuestra dirección las diversas solicitudes para que las llenemos, trámite que implica un cierto cariz filosófico pues es la aceptación definitiva de que somos perecederos, quebradizos, mortales, propensos a robos, incendios, motines, juanetes, terremotos, caries... Y para cada tribulación hay un formulario.
Respondo en primer lugar la afiliación de HCM, resultándome en extremo candoroso el apartado Hábitos del Asegurado, donde éste ha de presentarse como un bendito si es su deseo que la solicitud sea aceptada. “¿Ha consumido o consume bebidas alcohólicas?” ¡Jamás! “¿Fuma?” ¡Primero muerto, señores! Pero cuidado, que a lo largo del documento aparecen conchitas de mango con el fin de determinar si caemos en contradicciones, por lo que a unas cuantas líneas debajo de la pregunta “¿Ha padecido de ataques de diarrea?” (¡juro que eso sale!), se asoma, como quien no quiere la cosa, la siguiente coartada: “¿Va mucho al baño?”.
No deja de sorprender cómo la sección destinada a las damas se entromete de manera tan desconsiderada en la intimidad femenina mediante un cuestionario cuyas respuestas muchas de ellas odiarán admitir, que si es adecuada su proporción talla/altura, dimensiones del perímetro abdominal más un sinfín de pormenores ginecológicos. Para ser franco, creo que estos análisis de riesgo son poco realistas pues planteamientos como “¿Padece de disnea o de alguna afección vesicular?” deberían ser sustituidos por otros más afines con los azares cotidianos, no sé, quizá “¿Realiza usted actividades sumamente peligrosas como salir a la calle a cualquier hora del día?”, “¿Es taxista?” o “¿Acostumbra consumir comida china?”.
Tras la póliza del vehículo toca el turno de llenar la solicitud del seguro de vida, momento en que uno experimenta la misma sensación que embarga al magnate cuando distribuye sus riquezas mediante la redacción del testamento. La asignación de los porcentajes implica un examen de los afectos y hasta de la vida misma… ¿Mi hermano, que hace poco se negó a prestarme el carro, merece el 10%? ¿Este matrimonio equivale al 80% ó al 5% de mis últimos beneficios?, distribución que ha de zanjarse a escondidas pues de lo contrario y por muy desinteresada que sea la pareja, se generarán candentes reproches (“¿Piensas dejarle a tu madre el 12% o es que acaso ella va a cargar con los muchachos y la hipoteca y los perros cuando tú, que Dios no quiera que sea pronto, partas de este mundo?”).
Así pasamos al recaudo concluyente, ese que atañe a la calidad del salón y al tamaño del aviso en la prensa a los que uno aspire en la póliza funeraria, convenio a reclamar sólo una vez cuando estas empresas deberían ofrecer contrataciones que indemnicen calamidades aún más frecuentes, cláusulas relativas a amistades traidoras o desilusiones amorosas que amorticen con unos realitos tan terribles daños maliciosos. Ya me veo frente al empleado de la compañía aseguradora para declararle el siniestro: “Señor, tras mucho tiempo juntos, anoche vino ella y ¡zúas!.. me chocó el corazón”.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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martes, septiembre 14

Vecinos en el buzón


Ya no es necesario asomarse a la ventana para enterarse de las intimidades del prójimo: basta encender la PC. Así como las nuevas tecnologías estrechan el contacto y sirven de plataforma para emprender la solución de los problemas que afectan a los miembros de las asociaciones de vecinos y juntas de condominio, también dichas herramientas reflejan las vergüenzas y escándalos palpitantes en el seno de una comunidad, tal como lo demuestran los siguientes extractos de mails tomados de la lista de correo de la junta de vecinos a la que pertenezco (y en donde se dan trolls, hackers y ¡hasta spam!), todos absolutamente reales y si algún nombre fue modificado fue para preservar mi integridad física y la de mis bienes y la de mi perro:

“Apreciados inquilinos, me tomo el atrevimiento de exponer públicamente el caso de señor Joaquín, vecinito del 7-02, a quien sin duda todos habrán oído pues es el mismo que pone el iPod con reguetón a full mecha hasta altas horas de la noche, claro, como no trabaja tampoco se tiene que levantar temprano ¡Unámonos para decirle NO AL ATROPELLO! Delia, la del 4-23”.

“Se anuncia a todos los vecinos que lunes, miércoles y viernes no habrá agua de 6:00 am a 6:00 pm”.

“Amiga vecina… ¿cansada de cocinar los domingos? ¿Quieres aprovechar este santo día para el descanso? Ji ji ji Pues me tomo la entrepitura de anunciarte que estoy preparando unos almuerzos divinos y baratísimos. Eso sí, por encargo. Para esta oportunidad, Pasticho de Berenjena. Anita, desde el oloroso 2-05”.

“La presente es para contestarle a la tal Delia que me atacó arbitrariamente en una correspondencia; ah, pero lo que no dice por aquí la muy bichita es que desde hace ocho meses no paga el condominio y está a punto de ser pasada al departamento legal, eso no lo dice, y mucho menos que cuando el marido sale a trabajar un rimero de machos desfila por el frente de su casa (¡ya colgué en YouTube y en Flickr las pruebas de tanta vagabundería!). Señor Joaquín, 7-02”.

“Se anuncia que martes y sábado no habrá gas ni luz de 10:00 am a 4:00 pm”.

“¡Hasta cuándo la besuqueadera a las puertas del conjunto residencial! Es que una no puede pasar por ahí porque se encuentra con escenas cuasi pornográficas a plena luz del día, razón por la que los exhorto a una batida por el rescate de la moral y las buenas costumbres en el vecindario. Cristófora, 1-15”

“¿Sabían que la vecinita del 3-07 saca a pasear al perro cada noche y no recoge las porquerías? ¡Abusadora! ¡Inmunda! ¿Por qué tenemos que vivir entre las asquerosidades que dejas? ¡Cochina! Anónima”.

“Los invito este fin de semana a una fervorosa vigilia a celebrarse en las áreas comunes para que la armonía brille de nuevo en nuestros corazones ¡Aleluya, bienaventurados vecinos! Jimena, 6-12”.

“¡Más asquerosa serás tú, anónima malhablada, difamadora! ¡Da la cara y sal ahora mismo que te espero al lado de la bomba del agua! Canófila del 3-07”.

“Se anuncia que durante toda la semana entrante no habrá agua ni luz ni gas ni servicio de televisión por cable”.

“Para este domingo, ricos Sancocho y Pabellón con barandas. Ya sabes, ¡por encargo!”.

Ilustración: Irene Pizzolante
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lunes, septiembre 13

Pajarito en mano


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Diario íntimo de un ni ni


2 de diciembre: Querido diario (aunque a veces también te odio, diario), hoy conocí a una muchacha que me gusta mucho y quizá la invite a salir ¿O será prudente esperar a que ella me invite a mí? Vamos a ver qué pasa.

15 de diciembre: Anoche, cuando tenía la firme indecisión de llamarla, ella me llamó. Se ve que es de esas mujeres que toman la iniciativa ¿O será una acosadora? Porque eso de estar llamando a un hombre para salir es de mujeres desesperadas. No creo en el Más Allá, pero, madrecita mía, tú qué estás en el cielo ¿qué me aconsejas qué haga?

19 de diciembre: Esta tarde salimos por primera vez. Aunque soy vegetariano, nos atragantamos de cochino frito mientras charlamos de muchas cosas. Le dije que no creo en Dios. Pero tampoco en la teoría de la evolución. A mí ese cuento de que fuimos creados por un Ser Supremo me parece la mentira más grande del mundo ¡Por Dios!

24 de diciembre: Hoy me invitó a regalarles juguetes a los niños pobres a nombre del Niñito Jesús. Me negué porque tampoco creo en el Niñito Jesús. Ni en San Nicolás. Los Reyes Magos, en cambio, esos sí existen.

2 de enero: Tenemos ya un mes saliendo y como yo nunca le he confesado mis sentimientos, ayer me preguntó si la amaba. Me quedé pensando y ella me replicó: “¿no sabes/no contestas?”. Quiero, eso sí, acostarme con ella, aunque… ¿Y si la dejo embarazada? ¿Y si me pega algo? ¿Y si después no me gusta la cosa porque quizá soy del tercer sexo?

6 de enero: Anoche, querido diario, la muy diabla se me echó encima. Me rogaba que la poseyera completamente; pero yo, en medio de mi incertidumbre, la poseí sólo hasta la mitad, ya sabes. Le agarré un pezón (no los dos, sólo uno), le pellizque una nalga teniendo cuidado de no rozarle la otra. Lo hice con el interior puesto y cuando estábamos a punto del clímax, me abstuve a mitad del espasmo porque si mañana me arrepiento, al menos me arrepiento a medias.

20 de enero: Supongo que la amo y quisiera pedirle que se case conmigo. Con ella podría tener una vida plena, formar un hogar. Aunque la gastadera de la boda y el tener que vivir dando explicaciones me produce nauseas. Y lo peor, la suegra metida en casa todo el tiempo. Yo como que me busco a una mujer de buena familia, pero que haya sido criada en un orfelinato.

28 de enero: Diario, hoy pasó algo insólito. Cuando todavía no había resuelto decirle adiós, que lo nuestro quizá no funcionaría, ella se me adelantó reprochándome mi constante titubeo, y me mandó pa´l carajo. Ahora la odio con todo mi corazón, no la quiero ver más nunca… pero la extraño, no dejo de pensar ni por un momento en ella ¡Me estoy volviendo loco!

1 de febrero: Hoy me despido de ti, diario. He decidido poner fin a mi existencia. La muerte es la única manera de olvidarla definitivamente. Ya luego reharé mi vida con otra mujer que sí me comprenda.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
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De toquecito



Recorro el supermercado manejando mi carrito y por una maniobra equivocada de las que también acostumbro en este rubro vehicular, rozo ligeramente el carrito de una señora que en el pasillo de las verduras mide la consistencia de unos tomates. Apenas ocurre la mínima colisión, la doñita se acerca desafiante, me quiere lo que se dice “comer vivo” y ya cuando inicia la ráfaga de insolencias que nadie esperaría de su porte, huyo azorado para no acabar con un súbito gazpacho sobre la cabeza. La doña estaba, por qué dudarlo, de toquecito.
Al poco rato, una escena similar (ahora en el lavado de autos y luego de confundir un felpudo que no es mío, lo cual provoca la fiereza de un señor casi como si le hubiese arrebatado la virginidad a su hija) y otra en un banco, frente a la máquina dispensadora de números (para que apure la operación, una señorita presiona su cartera contra mis costillas y juro que ella desea que no fuera una cartera sino un chuzo), cuando reparo en los muchos episodios afines que a cada momento ocurren en la calle, en la oficina, en los establecimientos comerciales y hasta en la casa y en las redes sociales, ese convulsionado espejo de la vida donde los usuarios tampoco cuentan hasta diez para, al menor resbalón del prójimo, caerle encima y volverlo tiritas.
Ignoro si es por la situación de la economía, la cosa política, la inseguridad o las fases de la luna, pero lo cierto es que con mayor frecuencia las personas exhiben un explosivo estado de ánimo que detona ante la más modesta agitación.
Y no es que anden de mal humor, a menudo hasta sonríen ruidosamente pero, como un sujeto bipolar, cualquier percance abre las exclusas de la hostilidad contenida. Semanas atrás el colega y amigo Gonzalo Jiménez mencionaba en páginas contiguas a ésta que los zombis están de moda; aunque, añade uno, no sólo en la gran pantalla y en otros formatos de la ficción ni tampoco aquel bicho habitual en las películas de George A. Romero, de consistencia gelatinosa y andar lentico; no, los de nueva generación son más veloces que Usain Bolt (“como si la muerte fuera una bebida energizante”, ironizó Robin Williams en “El mejor papá del mundo”), y a los que se les enrojece la mirada y echan espumarajos si uno no emprende la marcha con celeridad cuando se ilumina la luz verde del semáforo.
Dijo Albert Camus que la alegría está siempre amenazada, pero ahora más que nunca. Andamos de toquecito, arrebatados e hipersensibles. Ya no basta cuidarse del malhechor que espera entre sombras sino también del sujeto encorbatado que maletín en mano toma el ascensor, del compañero de oficina, del carnicero y de su clientela que espera turno frente al mostrador. Cuidado con lo que dices, no mires a los ojos (hasta la mirada afrenta), en fin, anda de puntillas no sea que por distracción pises la manguera y despiertes la ira del zombi que a media mañana riega las flores de su jardín.


Ilustración: Irene Pizzolante
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lunes, agosto 30

Combata al pica pasito


Al igual que con el mosquito patas blancas y el chipo, responsables de transmitir el dengue y el Mal de Chagas, respectivamente, las autoridades sanitarias alertan a la ciudadanía para que tome medidas destinadas a combatir la presencia del pica pasito (o, como se le conoce en el medio científico, Cizañae cruzi), insecto perteneciente a la familia de los dípteros nematóceros y cuya sutil pero tóxica picadura desata diversos trastornos tales como antipatías, rupturas amorosas, enemistades, resentimientos y demás ojerizas que dejan a su paso un abundante número de casos fatales.
Se ha informado sobre su proliferación en cualquier espacio donde concurran dos o más personas, principalmente oficinas tanto públicas como privadas, hogares y juntas de condominio; asimismo, las diferentes versiones de las redes sociales comprenden un magnífico criadero donde este quitinoso insecto entremete sus patitas. Aunque a simple vista no es fácil identificarlo, los entomólogos indican que el bicho acostumbra a sobrevolar sigilosamente, como quien no quiere la cosa, a veces hasta jodiendito, alrededor de sus víctimas para al menor descuido abalanzarse e inocular la sustancia venenosa que lleva consigo en la punta de su lengua.
A diferencia del chinche, la pulga y otros insectos que pican y se van, el pica pasito hunde sus mandíbulas no una sino varias veces durante oportunidades diversas, generando una progresiva infección en el alma del organismo receptor de la toxina, que agudiza su cuadro clínico a medida que pasan los días y es altamente contagioso. “No me percaté cuando me picó, pero poco a poco empecé a enojarme hasta que llegue a casa y prendí el pleito”, describe un paciente que prefirió mantener en el anonimato su identidad, la manera cómo actúa el Cizañae cruzi, el cual suele depositar sus huevos en el charco de las dudas para, cuando eclosionan las larvas, esparcir rumores o acusaciones agazapadas de indirectas. Luego se aleja a una distancia prudencial para ver cómo se arma el zafarrancho.
Los afectados presentan una infinidad de síntomas que varían desde el llanto inconsolable, la tristeza o una rabia arrolladora, por lo que deben ser tratados urgentemente para mitigar las consecuencias que pudiera sufrir el corazón. Y pese a que todavía no se halla una vacuna definitiva así como se duda de la invención de un plaguicida que erradique a este agente difusor de tantos males, en una recomendación coinciden los especialistas para mantenerse más o menos a salvo: apenas vea que se acerca hacia sus oídos una de estas malintencionadas alimañas, aviéntele un periódico por el hocico o, mejor todavía, líbrese de inmediato de aquellas aguas que usted advierta sospechosamente mansas.


Ilustración: Irene Pizzolante
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miércoles, agosto 18

Ya no te pongas Popy


A los más jóvenes nada les alude o invoca lo de “No te pongas Popy”, frase de extendido uso hace tiempo al momento de señalar en alguien su momentánea insensatez, necedad, pavosería y demás terribles actitudes que (no se sabe por qué) generalmente se le endosan a un payaso. No obstante, la expresión abrió un infinito cauce de opciones posibles de adecuar a los tiempos que corren para, según la circunstancia, aludir a personajes, objetos o asuntos de rabiosa actualidad. Acá un breve y contemporáneo menú de sugerencias que usted podrá enriquecer según convenga:
- “No te pongas Lindsay”: Conveniente cuando un pariente o conocido, luego de echarse palos en un centro nocturno, acostumbre a llevarse por delante a cuanto peatón se cruce por delante.
- “No te pongas Sean Peen”: A emplear cuando escuche que alguien habla mucho de lo que no sabe.
- “No te pongas Arquitecto de los Sueños”: Si observa que un sujeto muestra una compulsiva afición por decorar la casa según las pautas que rigen el Feng Shui o referirse constantemente a los números kúa y la astrología oriental.
- “No te pongas Arjona”: Cuando su pareja recite incoherencias o le susurre metáforas de descabellada ilación pero que, precisamente por incomprensibles, lo hagan sentir a usted sumamente inteligente. Ejemplo: “Mujer, fonema no verbo transitivo” o “Eres el omoplato que encaja a la perfección con la clavícula de mis pasiones”.
- “No te pongas Redoma de Petare”: Si un tercero se pone belicoso.
- “No te pongas Adolfo Cubas”: A recurrir cuando note que determinado individuo desea figurar a como dé lugar.
- “No te pongas Mesa de la Unidad Democrática”: Cuando se tope con un sujeto que no sabe para dónde agarrar.
- “No te pongas Glee”: Para quienes anhelan vivir del cuento y la melodía.
- “No te pongas Lina”: Si observa que una fémina, además de lenguaraz, emplea copiosas dosis de agua oxigenada sobre su cabellera.
- “No te pongas Mercal”: Cuando el carnicero quiera meterle algún filete en mal estado.
- “No te pongas Internet Explorer”: Si ve que alguien se paraliza cada cinco minutos y nada que emprende lo que usted le ha solicitado.
- “No te pongas Asamblea Nacional”: Cuando advierta que un individuo, o un grupo completo, aplaude hasta dormido.
- “No te pongas Charlie Sheen y/o Mel Gibson”: Si ve que un tipo le cae a trompadas a su mujer.
- “No te pongas Kirchner”: Para cuando note que alguien desea vivir a costillas de otros.
- “No te pongas Lady Gaga”: Cuando la persona que tiene en frente le genere la siguiente duda: “¿Será o no será un hombre?”.

Ilustración: Irene Pizzolante
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martes, agosto 10

¡Saluden a Irene!


Uno es un malagradecido. Desde hace semanas disfruto del grandísimo privilegio de contar aquí con la compañía de la artista Irene Pizzolante. Y yo no había anunciado el prodigio con la debida fanfarria. Imperdonable. ¡Bienvenida, Irene! Y ahora a correr mutuamente con las consecuencias pues este espacio también te pertenece.

A oídos necios


- Mesonero, este pabellón está piche...
- A ver, déjeme oler. No creo.
- Pero mire esas cosas moviéndose ahí, por entre las tajadas.
- Debe ser el viento. Vamos, pruebe un poquito nomás.
- ¿Y si me pasa algo?
- Qué le va estar pasando nada.
- Pa´ ver… ¡Guácala! ¡Sí que está piche!
- Sospecho que el problema no es el pabellón. El problema es su paladar que no está acostumbrado.
- Tampoco huele bien.
- El otro día dijeron en Discovery Channel que el olfato es una cuestión subjetiva.
- Pero es que esto evidentemente está malo.
- Malo es un término absoluto, en oposición a bueno; y ya se sabe que bueno y malo son categorías que no pueden ser consideradas como cualidades intrínsecas de las cosas, los individuos, las acciones y los pensamientos.
- Si me como esto me voy a enfermar.
- No sea quejoso. Hay culturas que acostumbran a consumir guasarapos, lombrices, patas de oso, y no pasa nada. Como se dice, lo que no mata, engorda.
- ¿Entonces admite que esto está malo?
- Quizá algún cliente le tiene rabia a usted y le cambió la comida. O puede ser que usted no la consumió a su debido tiempo y mire lo que ha pasado.
- Si es que llegó así.
- Vamos, hombre, no exagere; quizá las caraotas estén muy levemente pasadas; pero usted las coloca a un lado del plato y verá que el resto es plenamente comestible.
- ¿Admite entonces que esto está piche?
- En el hipotético caso de que así sea, se trata sólo de un proceso de degradación natural producto de la transformación de las moléculas, e igualmente ese alimento se va a descomponer en su organismo gracias a la acción de los ácidos estomacales. Recuerde que del polvo venimos y hacia el polvo vamos. Tan cierto como que 2 más 2 son 6.
- ¿Y no son 4?
- ¡Ah, no! Usted lo que vino hoy fue a discutir y a llevar la contraria en todo ¡Sólo le falta decir que la Tierra es cuadrada!
- Quiero hablar con el gerente.
- ¿Ahora pretende quebrarnos el local, verdad? ¿Quién le ha estado metiendo esas cosas en la cabeza? ¿Los del restaurante vecino? No lo pongo en duda, es que desde hace tiempo promueven una cruzada para socavar la reputación de nuestro menú…
- A mí nadie me ha dicho nada, sólo que esto sabe mal.
- …pero seremos briosos y sobrellevaremos como un gigante hercúleo cualquier embestida en nuestra contra.
- Yo me levanto y me voy.
- ¿Con qué cobarde, no?
- Es que no me quiero morir aquí.
- ¡Ay, hembrita, hembrita! Vamos, no sea ñoño, pruebe no más y verá como se acostumbra.
- No, gracias.
- Pero antes de marcharse… ¿no le provoca un postrecito?

Ilustración: Irene Pizzolante
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miércoles, agosto 4

Frases pañuelo


Hay flores que uno coloca delicadamente justo en medio de una conversación, como si las conversaciones fueran floreros. “Sólo es feliz quien se quiere a sí mismo”, escuché días atrás mientras viajaba en un ascensor e inmediatamente quienes compartíamos ese mínimo espacio quedamos impregnados de una cierta fragancia anímica, aquellas palabras con las que una doña alentaba a su compañera de viaje surtieron un efecto similar a que si alguien hubiese esparcido en el ambiente el contenido de un pote de Glade místico que llevó a que más de uno de los presentes saliera de allí con el espíritu aromatizado.
Son infinitas las frases pañuelo que, como la mencionada, evidencian el poder balsámico de las palabras, esa pizca de Deepak Chopra que aflora en el transcurso de un diálogo; muchas son versiones de viejos refranes del tipo "Más allá de las nubes el cielo es azul", “El sol brilla después de la lluvia, “Al mal tiempo, buena cara” y demás despachos meteorológicos con que Hallmark levantó su imperio sobre papel glasé y elegante caligrafía dorada. Cuando la tecnología se puso al servicio de la esperanza comenzaron a llegar al buzón de nuestro correo electrónico mensajes repletos de querubines y ositos animistas en formato PowerPoint; y así como abundan los servicios en internet donde uno se afilia para recibir todos los días un chiste o una receta de cocina, hay sites destinados a iluminar el mail o el móvil de los suscriptores con estos rayitos de luz virtuales.
Pero ¡pilas!, que hay que saber adecuarlas a la ocasión pues tales hormas del consuelo no entran en los pies de todas las desgracias ¿O es que acaso a un feo lo reconforta de alguna manera que le indiquen “Amanecerá y veremos”? ¿Un despechado recupera la ilusión o termina de hundirse en el desasosiego cuando un bienintencionado le asegura “Jamás le importaste”? Y un cuarentón ha de derrochar mucho optimismo para tragarse ese aliciente de reciente cuño según el cual “los 40 son los nuevos 30”. También una excesiva dosis de arco iris resulta contraproducente. Recuerdo que hace tiempo un conocido atravesaba una terrible tragedia, de esas que comprenden cirios y abundantes raciones de café servido en vasitos “Selva”, cuando un recién llegado emergió de entre los crisantemos para garantizarle con sumo convencimiento: “No hay mal que por bien no venga”. ¡Señores, hay situaciones en que es mejor quedarse con el pico cerrado!
Aunque las frases pañuelo no sólo aparecen durante una conversación sino que muchas veces nos las decimos a nosotros mismos para secarnos con palabras los ojos, auto dirigirnos una palmadita en la espalda y salir de la postración, como ahora, cuando no se me ocurre ninguna idea relevante para concluir este texto.
Pero no me angustio. Mañana será otro día.


Ilustración: Irene Pizzolante
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jueves, julio 29

Cónyuges 2.0



- ¡Bonitas horas de chatear son éstas, ah!
- Mi amor, deja que envíe un último tweet.
- Te me desconectas del ordenador pero ya ¿O es que crees que no sé que te pasas colocándole “Me gusta” a cuanta bichita se te atraviesa en el Facebook?
- Vida, te juro que nunca le he enviado a ninguna de mis seguidoras ni un correo privado, ni un mensajito de texto siquiera.
- Pero si es que no hay que tener GPS para saber en qué andas: el otro día abrí tu carpeta de Favoritos y vi las vagabunderías de tu Historial ¡A ver si agarras un virus!
- Ya te he comentado que no soy fan de que revises Mis Documentos.
- ¡GUSANO! ¡RATÓN!
- No grites que me sacas de mi dominio.
- Comprimida yo, que me la paso todo el día metida en el Home trabajando como una eMule para cuando llegues encuentres el spam servido en el escritorio…
- ¿Y es que acaso yo me la mantengo en El Rincón del Vago? Deja la aplicación.
… Y en mi cumpleaños ni una sacadita a un cibercafé, ni una retuiteadita, al menos una tarjetica digital.
- No me etiquetes de pichirre porque hasta te mandé unas flores por Mercadolibre.
- Pero casi y que no por andar con tus 83 amigotes de la lista “Ex compañeros de bachillerato”.
- Maximizas todo. Sabes que necesito MySpace.
- Que me cierres la sesión de inmediato.
- ¿Y si no acepto?
- Entonces hoy mismo modifico en mi Perfil “Casada” por “Divorciada”, migro a donde @mimama y me quedo con tucarro.com y con tuinmueble.com.
- Chica, tus reportes de mis errores son puras configuraciones.
- Me tienes #harta. Pareciera que viviéramos en dos husos horarios distintos o que tú hablaras Español de Venezuela; y yo, Español de Nicaragua.
- Esas son tus amiguitas del Top Friends que te han llenado de comentarios el Muro.
- Es que ya ni siquiera respondes mis encuestas cuando pregunto a qué hada madrina o a qué princesa de Disney me parezco ¿Es por qué ya no estoy en línea como antes, verdad?
- Pero si es estás igual a cuando nos conocimos en ICQ e intercambiamos nuestros primeros archivos por Napster. Desde entonces, no he hallado en todo Google otro contacto como tú.
- ¿Y por qué ya no aparezco en tu Foto del Día?
- Déjame refrescarte en la memoria aquellas noches inolvidables frente a la pantalla, solos por la autopista de la información, sin más enlaces en todo el ciberespacio que tú, yo y la cámara.
- Cuando me hiciste caer en tus redes.
- Mi Delicius, echemos lo malo en la Papelera de Reciclaje y volvamos al Inicio.
- Chico, yo tampoco quiero colgarme en tanto foro de discusión.
- Yahoo! ¿Entonces no me darás de baja de tu Situación sentimental?
- No pienso Salir de ti, mi follower.
- Vayamos entonces a comprobar el tamaño de mi disco duro.
- ¿YouTube?
- Te voy a poner multimedia.
- :)

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
http://irenepizzolante.com/home.html

lunes, julio 26

"Instantes" para cuarentones


Si pudiera vivir nuevamente mi vida. En la próxima no permitiría que durante los cumpleaños me vistieran con safaris color crema ni que me compraran los estrenos decembrinos en Pepeganga ni en Tortolero.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho, recuperaría de entre mis gustos musicales las canciones de Enrique y Ana y las del Show de Los Muppets.
Tendría más cuidado con el amarillo # 5 presente en cada trago de Kool-Aid y Mañanita, repararía los casetes dañados con Pega Loca y no con cinta plástica, y cuando tocara exponer un tema en clase elegiría la cartulina y no el proyector que es una hoguera cuya bombilla suele arder a mitad de la charla sobre el ciclo de las mitocondrias. Tampoco temería confesarles a mis amiguitos que a veces no sintonizo un episodio de Meteoro o Mazinger Z por seguir las andanzas de Marco.
Si pudiera volver atrás, seguiría convencido de que los lunes son de Coquito, los miércoles de Chusmita y los viernes por la tarde para pasarlo en Dinky Donuts y Tropi Burger.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un koala en la cintura, jeans prelavados y el pelo repleto de Brylcreem. Y aunque no volvería a comprar el disco de Milli Vanilly, si pudiera vivir nuevamente mi vida bailaría con igual entusiasmo los temas de Porfi Jiménez, Las Chicas del Can y Wilfrido Vargas. Si pudiera volver a vivir, viajaría más en Viasa a Miami valiéndome del dólar a 4.30.
Claro que tuve momentos de alegría, pero lo dudaría seriamente cuando mi mujer jurase (como si no la conociera ya) su dulce temperamento y que cocina muy bien.
Yo fui una de esas personas que luego se endeudó insensata y prolíficamente para comprar casa y carro; pero si pudiera volver a vivir compraría dólares para tenerlos de reserva en caso de una devaluación monetaria, no depositaría los ahorros en el Banco Latino y ¡ni de vaina! en el Canarias.
De seguro seguiría mortificándome cada vez que una chama me brindara el tratamiento de “señor”, por lo que trataría de que mi barriga de cervecero no creciera tan enfáticamente como lo ha hecho y combatiría el colesterol malo abriendo el frasco de Omega 3 que desde hace mucho coge telarañas en el fondo de la gaveta de mi mesita de noche.
Sería más discreto en Twitter y no aceptaría en Facebook a tantos supuestos amigos. Aprendería a decirme sí a mí mismo. Tampoco permanecería en este empleo si llegara a recuperar el espíritu aventurero del que gozaba cuando era carajito.
Si tuviera otra vez la vida por delante, seguiría creyendo fervientemente aquello de que guillo que hay mucho pillo. Y -como ahora con el iPod y el Wii- seguiría valiéndome de un fino destornillador al momento de destapar los cartuchos de los juegos de Atari para descubrir qué maravillas guardan dentro.
Por si no lo saben, de todo eso está hecha la vida.
Pero ya tengo 40 años y sé que me toca el examen de la próstata.


Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
http://irenepizzolante.com/home.html

martes, junio 29

Mercadearse


Las mujeres no se dan abasto. Si el marido es un zángano al que le disgusta eso de buscar empleo, su mujer, parada al pie del chinchorro mientras sacude enérgicamente una de las cabuyeras, insistirá con el típico “¡Chico, sal a trabajar!”; pero si el sujeto se afana de sol a sol y pasa las de Caín para ganarse la subsistencia, entonces la misma mujer exhortará con igual afán que en el primer caso: “¡Chico, sal a mercadearte!”, revelando así que las técnicas del marketing no son de uso exclusivo de fundaciones, empresas privadas u organismos públicos, sino que están ahí para ser aplicadas hasta por el más asalariado de los trabajadores.
Y es que un trabajador puede ser muy hacendoso y hasta excepcional en su desempeño pero si olvida cultivar las nociones mercadotécnicas básicas, nada que levantará cabeza en el business, principio seguido diligentemente por el buhonero que mediante el cartel del “3x2” promociona sobre la acera su provisión de quemaítos, como por el artista presto a salir publicado en los periódicos, entrevistado en la radio, retratado en compañía de quienes baten el cobre dentro del ámbito en que aquél se desempeñe, es decir, cualquier hueco donde quepa su cabeza es un espacio potencial donde mercadearse.
No sólo involucra cuestiones laborales y la recién divorciada que remoza su apariencia con botox más un guardarropa escotado, está empacando el producto para reinsertarse en el mercado amoroso; ¡ah!, y los feos, a quienes la Madre Naturaleza especializó en la ciencia de conseguirle demanda a una mercancía con visibles desperfectos. La seducción no es más que otro capítulo de Kotler: un caballero cruza las puertas del centro nocturno y da una ojeada alrededor (segmentación de las audiencias), revisa el contenido de su cartera (estudio del costo variable promedio) antes de solicitar a un mesonero (alianza estratégica) enviarle un trago a la moza (distribución selectiva) sentada (en pre-venta) al otro lado de la barra, quien acepta la invitación (aceptación de la marca) con boquiabierto entusiasmo (posicionamiento impelable).
Tampoco los aportes de la mercadotecnia son únicamente para provecho de quienes trabajan por su cuenta, y a todo empleado de nómina le conviene ceñirse con esmero. Cuando usted elabora un informe en la oficina… ¿lo desliza callada y eficientemente sobre el escritorio del jefe? Terrible error ¡Tome un extracto y péguelo -firma destacada con resaltador- en la cartelera corporativa! ¿Le sustituyó el tóner a la fotocopiadora pero no se lo dijo a nadie? ¡Con razón no ha salido de abajo! Sáquese una foto junto al perol y publíquela en Facebook o anuncie en Twitter el prodigio. Haga bulla, déjese advertir, sea su propio spam, promociónese, en fin, mercadee el sudor de su frente para salir de las tinieblas al estrellato laboral.
Quizá otros se desempeñen mejor que usted en los asuntos profesionales, pero no hay de qué preocuparse: a veces el éxito depende de la excelencia y a veces de quien toque más fuerte su propia fanfarria.

martes, junio 15

Crepúsculo al descubierto


Así como ocurrió con el libreto del final de Harry Potter, recientemente el grupo de guionistas de la última parte de “Crepúsculo” (cuya tercera entrega se proyecta en el país esta semana) dejó abandonado en una cantina el manuscrito de 118 páginas donde se revela el desenlace de esta epopeya vampírica contemporánea. A las pocas horas, ya el material circulaba por Internet, contratiempo ante el que la escritora Stephenie Meyer comentó al New York Times que no ahorraría esfuerzos hasta dar con los responsables. Como uno no es escaparate de nadie, reproducimos en estas líneas la escena final; así que si usted es fan de esta odisea plena de vampiros lánguidos, papeaos hombres lobo y -según se desprende del guión profanado- demás bichos legendarios del séptimo arte, detenga aquí la lectura en aras de mantener intacto el ensueño romántico de la saga.

Cocina llena de humo de cigarro. Varias latas de cerveza tiradas en el piso. Se observa a Edward, Frankestein, La Momia y al Hombre Lobo sentados alrededor de la mesa improvisada rápidamente para un partido de dominó:
- Edward: Panales, ¡chola que ahorita llega la cuaima!
- La Momia: Ay, papá, tas´ sometío. ¡Qué vergüenza para el gremio!
- Edward: No es para menos. Es que el oficio ha cambiado mucho últimamente y lo de aterrorizar se pone cada vez más dificultoso.
- La Momia: ¿Y eso? ¿Por Blade? ¿Buffy la cazavampiros? ¿Van Helsing?
- Hombre Lobo: No, camaradas, es el malandraje desatado. Ya no puedes salir tranquilamente a aullar en las noches de luna llena, ni siquiera en las de luna nueva, creciente o menguante, porque igual sales atracado. Me da un susto.
- Frankestein: Pero termina de decir, Edward… ¿cómo haces para que el cabello te quede así? ¿Te lo secas con secador o con plancha? Y esos reflejos… ¿son naturales o te hiciste las mechas?
- Edward: El secreto es una mezcla de acondicionador con aceite de jojoba, baba de caracol y…
Edward no ha concluido su disertación cosmetológica cuando un fuerte portazo se escucha desde la otra habitación. Bella entra a la cocina. Con gesto de repugnancia ante aquel zaperoco:
- Bella: ¡Qué bonito, no! Sinceramente. Una no se puede descuidar porque, no sólo te me gastas todo el protector labial, sino que me llenas la casa de amigotes.
- Edward: Sólo pasaron a saludar antes de recalar donde El Fantasma de la Ópera.
- Bella: Y tú… (dándole un coscorrón a El Hombre Lobo) ¡Mira el pelero que me has regado por el piso!
- Hombre Lobo: Eso no me decías antes…
- Bella: Ni me acuerdes ¡Es que una tiene un tino para los hombres! No me podía conseguir a uno normalito ¡Nooooooooo! Sino que, de safrica, vengo a empiernarme con un vampiro y, para salir del despecho, con un licántropo. Puras joyitas.
- Edward (en tono conciliador): Mi ciela, no me hagas pasar la pena. Por cierto… ¿Me trajiste las morcillas que te pedí para cenar?
- Bella: Y con qué, si en todo el santo día tú no mueves ni un colmillo para traer un kilo de venado, man que sea un litrico de leche así sea de esos de PDVAL ¡Chupasangre!
- Hombre Lobo (propinándole un leve codazo a La Momia): De la que me salvé…
- Bella: En definitiva ¡Calabaza y cada quien para su casa! Me voy a ver la novela y, cuando regrese, no quiero ni una venda, ni una cicatriz, tornillo o gota de sangre en la cocina ¿Me entendieron?
- Los bichos legendarios (al unísono): ¡Sí, señora!
- Frankenstein (al oído de La Momia): La propia Alien.

martes, junio 1

Retrato de articulista


Si usted está pensando en dedicarse a escribir artículos para la prensa, ha de resolver con esmero el probablemente mayor desafío que implica dicha tarea: tomarse la foto que acompañará a sus escritos. No es cosa de acudir al estudio fotográfico de la esquina para sacarse una tipo carnet y ya, no señor o señora; mucha de la credibilidad de un artículo deriva del retrato del articulista, ese género fotográfico merecedor de cuidados casi científicos para así generar entre los lectores la debida impresión.
El rostro es la región protagónica en esta categoría, por lo que corresponde tomar ciertas precauciones destinadas a encubrir ante el lente fotográfico posibles desvaríos. Si es usted de papada pronunciada, coloque una de sus manos justo debajo de la barbilla para sostener, como quien no quiere la cosa, la piel suspendida a esta altura; o, si su rostro es asediado por las denominadas líneas de expresión, no dude en formar una letra L con los dedos pulgar e índice de la mano derecha o izquierda, usted elige; pero siempre conformando un arco mediante el cual el mentón se apoya sobre el pulgar mientras extiende el dedo índice hacia la zona superior de la mejilla con el fin de contraer la epidermis del pómulo en dirección opuesta a la seguida tradicionalmente por la fuerza de gravedad. Claro, procure no cubrirse mucho, que el objetivo de la foto que acompañará su artículo es -además de infundirle autoría facial a lo escrito- conseguir que lo reconozcan en la calle.
Pasemos ahora a seleccionar el gesto acorde a la temática por usted tratada. No posa de la misma manera quien escribe de danza y quien escribe de política, ni tampoco si el estilo de la columna sigue un curso optimista o un matiz claramente apocalíptico. En esta última circunstancia, ha de mirar al fotógrafo con una expresión vencida por una mezcla de odio y desesperanza, como si acabara de reclinarse sobre la butaca del dentista, para seguidamente reunir sus pensamientos alrededor de asuntos terribles tales como el derrame petrolero frente al Golfo de México o el abominable capítulo final de Lost. Sería un toque brillante si, al momento de asistir a la sesión fotográfica, usted es importunado por un estreñimiento sombrío.
Abundan los truquitos para acentuar su apesadumbrada sabiduría y ese carácter suyo siempre inmerso en las honduras del mundo. Se recomienda no dormir durante la noche anterior para así lograr unas bonitas ojeras, recuerde dejarse la barba poblada para el clic, y si usa espejuelos, colóqueselos; si no usa, pida unos prestados.
Aunque el propósito último es inmortalizarse en un avatar enigmático, siempre hay posibilidades de innovar el complejo arte de la fotografía de articulista de prensa, ya sea que recurra a la muy en boga técnica 3D o -si cuenta con los servicios de un fotógrafo experimentado- solicite ese tipo de foto donde los ojos del fotografiado siguen al espectador a donde quiera que éste se mueva. Muy a lo Mona Lisa. Eso sí: si desea que las opiniones de su columna sean tomadas en serio, ¡por nada del mundo se arriesgue a sonreírle a la cámara!, que cuando tal insensatez salga impresa será como sonreírles a los lectores. Si es ésa su descabellada elección, mejor entonces no ponga nada.