
- Diga la noticia como al boleo, mezclada distraídamente entre comentarios casuales: “Hijo, esta temporada de béisbol estuvo buenísima, mucho más emocionante que en años anteriores, San Nicolás no existe, y espero que en la Serie del Caribe nos vaya bien”.
- Razone la explicación con argumentos financieros: “Santa tenía su cuenta de ahorros en Banpro. Y ahora, ni Santa ni Banpro”.
- O barájela entre revelaciones mayormente descorazonadoras para minimizar los efectos de la decepción: “Tu madre y yo vamos a divorciarnos porque ya no nos soportamos. Y San Nicolás no existe”.
- “Sí, hijo, se parecen mucho, pero ese que ves ahí es Leonardo Padrón”.
- Gradualmente: “Lo último que supe de él es que estaba muy, pero muy enfermo…”.
- Llame a su hijo a la habitación donde precisamente usted se está colocando la barba de Santa.
- Con tono filosófico: “En el sentido lacaniano, la realidad es una percepción subjetiva inconstante donde quizá ninguno de nosotros existe, incluido San Nicolás”.
- Grabe la frase “etsixe on salociN naS” en una cinta magnética e inste a su hijo a que la escuche de atrás para adelante.
- Sustituya esta creencia por otra menos costosa (“¡Pero Campanita sí existe! Aunque ella no trae regalos”), o con mayor pertinencia patriótica como las leyendas de El Silbón, La Sayona, Juan Machete o la del Enano de la Catedral.
- Sostenga que se trata de otra teoría conspirativa más, junto al montaje de la visita del hombre a la Luna y el “suicidio” de Marilyn Monroe.
- “San Nicolás no existe y por eso no te va a traer jugueticos esta Navidad, pero igual te tienes que portar bien porque el Coco ¡sí existe!”.
- Versión ecologista: “Por el calentamiento global, el Polo Norte se está derritiendo y ahora no se puede ni ir ni venir de allá”.
- Proclame que esta creencia no es más que otra manipulación ideada por el capitalismo para exprimir a las masas: “Ese personaje fue un invento de la Coca Cola a principios del siglo pasado con el fin de vender más refrescos e incrementar así las ganancias de tan avariciosa trasnacional”.
- “Hijo, todas tus sospechas son ciertas”.
- Póngalo en tres y dos: “O crees en mí o en San Nicolás. Tú escoges”.
- La próxima vez que una pareja de Testigos de Jehová toque a la puerta, anime a su hijo a que los reciba y les pregunte sobre tan debatido tópico.
- Sin perder el contacto visual: “Piensa mal y acertarás”.
- “Era Michael Jackson”.
- Un momento apropiado para anunciar la verdad es cuando su hijo llegue a casa con películas triple X dentro de una bolsa (de seguro ya no le importará).
- “Con esta inflación acumulada del 20 y pico por ciento, tampoco existen el Niño Jesús ni los Tres Reyes Magos”.
- Muéstrele esta página.
- “Sí existe. Pero es pichiiiirre”.