martes, mayo 3

Mitos de la quitamarido


Las mujeres denuncian que hay escasez de hombres, lo que genera la proliferación de dos fenómenos incompatibles: por un lado, las señoras que ya tengan al suyo en casa lo atesoran como si se tratase de un Renoir o de una joya Cartier mientras -como segunda consecuencia derivada del cacareado desabastecimiento masculino- toma auge la amenaza de la quitamarido, ese coco conyugal cuya entrada a un salón lleva a que las esposas se persignen, temiendo que si la malamañosa desbarató el matrimonio de zutana, quién quita que un día de estos, cual tragavenados luego de concluir su digestión, redirija los colmillos a otro hogar para calmar su hambre con un nuevo esposo ajeno. No obstante, ya es hora de esclarecer con la luz de la verdad una serie de mitos que las películas, las telenovelas y especialmente los programas de Laura Bozzo han tejido alrededor de la llamada “rompe hogares”:

“Yo nunca sería tan bicha”
Falso: En algún rincón del alma de la damita más inocente late la semilla de una quitamarido, solo que no ha encontrado la manera o carece de las cualidades necesarias para apropiarse del anhelado esposo de otra. Señoras y señoritas, si lo dudan, levanten la mano derecha y tras posar la izquierda sobre una Biblia juren si, de encontrarse entre sus posibilidades, no estarían dispuestas a ejercer el rol de desalmadas y dejar en cuatro bloques a Victoria Beckham, a Angelina Jolie o a cualquiera otra esposa del galán de su preferencia.

“Me robó al hombre”
Falso: Términos como “quitamarido” o “rompe hogares” depositan sobre la espalda de la querida el peso de una acción verbal que libra de responsabilidades al varón, quien durante el proceso queda como un artículo manso y portátil, casi un perrito o una sartén sustraídos, al menor descuido de su dueña, por una raptora. La frase así construida pareciera indicar que el marido no fue infiel sino víctima de un secuestro express.

“El otro”
Verdadero: ¿Es el género masculino plenamente respetuoso con la mujer ajena? Por supuesto que no, aunque llama la atención la inexistencia de los términos “quitaesposa” y “el otro”.

“Es una vergüenza para la familia”
Depende: Usualmente la quitamarido es tratada por su parentela como una mancha o una sombra a ocultar, a menos que el tipo que una noche ella trae a cenar a casa sea el marido de Victoria Beckham, el de Angelina Jolie o en todo caso un próspero comerciante. En tales circunstancias, hasta el familiar más conservador de la quitamarido no demorará en bendecir ese romance con un sublime “nadie ordena en los arrebatos del corazón”.

“Me lo quiere quitar”
Falso y verdadero. Muchas veces la bribona no desea quitarle el marido nada: solo pedirlo prestado.

“Las esposas son las víctimas”
No siempre: Abundan las mujeres que no hallan cómo escapar de un matrimonio sofocante y en esos casos la quitamarido ejerce una labor profiláctica, diríase que de heroína salvadora y si el gesto no generara sospechas, más de una esposa entregaría a su cónyuge acompañado de una tarjetita y envuelto en celofán como muestras de gratitud por el favor concedido.

Ilustración: Irene Pizzolante
irenepizzolante@gmail.com
http://irenepizzolante.com

1 comentario:

Jhonathan dijo...

Qué opinaran las mujeres de esto... Saludos Castor.