jueves, junio 29

Bejucos con papá


Techo, comida caliente y televisión por cable son necesidades básicas difíciles de resolver hoy en día. Pero para qué ponerse a inventar, cuando podemos seguir disfrutando de éstas y otras ventajas prodigadas gratuitamente por esos generosos ancianitos a los que hemos de eternizar bajo la categoría de “mami” y “pacito”. Así opongan resistencia.

CONVIÉRTALOS EN HIPOCONDRÍACOS. Escóndale la llave de la casa a su padre, y cuando éste manifieste los primeros signos de desespero luego de cuatro horas de búsqueda, colóquelas de nuevo en el sitio acostumbrado. “Padre mío, –dirá usted con tono nervioso-, me preocupan esos síntomas precoces de Alzheimer. Necesitas que alguien te cuide, y ya sabes que mamá no puede. Fíjate que ayer botó las tarjetas de crédito y ahora no recuerda dónde puso los reales de la pensión”.

MANIFIESTE CANDOR. Diga que la permanencia en su antigua habitación es por poco tiempo, apenas una breve temporada mientras le entregan el carro y la lujosa quinta que, sin inicial ni intereses, usted gestiona bajo la modalidad de compra programada.

VOZ VEIS DE VECINOS. Comente que el sexteto zuliano se mudó al apartamento de al lado de donde ahora usted vive, y ensayan todo el día y la noche los temas del próximo disco. Si el amor filial es genuino, sus padres le implorarán que regrese a casa para no seguir padeciendo la espeluznante experiencia (puede variar la coartada esgrimiendo a Servando y Florentino, o a Alicia Machado).

SEA SUTIL. Confiese que desea regresar al viejo nido porque últimamente le cae a trompadas a su marido o esposa ante la menor objeción que estos coloquen, que ahora nadie puede llevarle la contraria porque usted se pone violento o violenta, que quien se oponga a sus deseos u órdenes recibe palo parejo. “¡Sin excepción!”.

ALQUILE UN INMUEBLE EN LA GUAIRA. Entre caídas de viaductos, deslaves, vaguadas, cierre de trochas, más muy probables tsunamis y/o impactos de asteroides, usted no tendrá que inventar ninguna otra excusa para vivir por tiempo indefinido bajo el techo paterno.

HÁGASE EL MUERTO. Finja que ha fallecido y que esa silueta que sus progenitores ven entrar a casa a altas horas de la noche y con una botella en la mano, agarrando cosas de la nevera, retozando con alguien en el sofá o jugando Playstation hasta la madrugada, no es usted sino su espectro, que anda como alma en pena por lo mal que fue tratado en vida. El único inconveniente es que deberá permanecer en todo momento con un trapo blanco encima.

INVADA. Agarre sus peroles, a su esposo/a e hijos, al perro, y distribúyalos de manera inconsulta entre las diferentes habitaciones del domicilio de “mami” y “pacito”. Si los progenitores osan reclamarle el atrevimiento, brámeles de manera tajante, manoteándoles en la cara: “¡oligarcas! ¡apátridas! ¡capitalistas barbáricos!”.

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