De allí que conocer
las reservas que hay en casa sea el primer detalle a manejar al momento de bañarse
con un tobo de agua: ninguna otra práctica agrieta con tanto encono la armonía familiar
que un reparto imprudente del preciado líquido; y si atesorar para los seres
queridos una cuota suficiente habla muy bien de sus sentimientos, acabarse toda
el agua o dejar apenas dos dedos es una muestra de egoísmo que será cobrada con
gritos y justas recriminaciones.
Pasemos ahora a
una fase crucial, el cálculo de la cantidad de agua requerida. Los negligentes sacan
al ojo por ciento la dosis necesaria, cuando dicha estimación exige conocimientos
matemáticos aunados a nociones de mecánica de fluidos. Para evitar la enojosa
experiencia de que se agote el contenido del envase mientras usted sigue con
medio torso enjabonado, multiplique su altura corporal por cada 10 kilos de peso
y al resultado sáquele la raíz cuadrada; tras eliminar los decimales, divida la
cifra obtenida por cada 5 mililitros cúbicos del elemento acuoso y conocerá la
porción precisa para una limpieza integral de su rabadilla.
También puede elegir
la dosis guiándose por la magnitud del evento que lo llevó a bañarse. Para una
visita al centro comercial bastará un tratamiento instantáneo con el agua
recogida en una ensaladera; pero si se trata de una entrevista de trabajo o una
cita con el ginecólogo o urólogo, no dude en servirse de las generosas
dimensiones de una olla mondonguera. En cualquier circunstancia, evite que le
dé un pasmo poniendo a entibiar la solución con una taza de agua recién hervida
por cada litro y medio de sustancia remanente.
A los inexpertos
en bañarse con tobo se les reconoce porque siempre olvidan el utensilio
estrella, la garrafa con la que esparcir el agua sobre el cuerpo, y se les ve salir
en su búsqueda con la toalla atada a la cintura mientras vociferan terribles
maldiciones contra Hidroven. La lata de leche vacía es una oferta mítica para
reproducir ese gesto que tantas escenas inspiró al cine venezolano; pero
considérese un privilegiado si dispone del recipiente con la capacidad exacta
para refrescarse la nuca en un solo movimiento, la honorable totuma, regalo con
que la naturaleza pide disculpas por entregarnos tiempos de sequía.
Queda por
resolver si usted se bañará solo o acompañado. Con la primera alternativa podrá
cantar bajo la ducha inoperante sin que su interpretación sea opacada por la
estridencia del chorro; mientras que bañarse con tobo y acompañado depara inolvidables
experiencias eróticas (¡eche a volar su imaginación con la totuma!), avivando
así el fuego amoroso que pudo haberse extinguido porque su pareja olvidó pagar
el recibo de este servicio, no sabe ni jota de plomería, o nunca previó la
instalación de un bendito tanque de agua.
2 comentarios:
En medio de tantas crudezas resueltas con carcajadas, una perlita poética: "...la honorable totuma, obsequio con que la naturaleza pide disculpas por entregarnos tiempos de sequía." Buenísimo, Cástor.
jajaja xD.. manual para bañarse con tobo xD..
buena tobo D:!
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