Es inaceptable la ausencia de una política habitacional
destinada a cubrir el establecimiento de la “concha”, la “guarida”, también
llamado con cierta sutileza romántica el “nidito de amor” o, llanamente, el “apartamento
de soltero”, ese inmueble que sirve de techo tanto al caballero que luzca en su
cédula de identidad dicho estado civil, como al casado que desee poner a buen
resguardo su segundo frente.
Se trata por lo general de un apartamento de pocos metros
cuadrados, de esos que llaman tipo
estudio (aunque, en el caso que nos concierne, para lo que menos se le
utilice sea para estudiar), con una sola sala sanitaria y dotado de los enseres
precisos para un alojamiento básico pero confortable. Eso sí: el protocolo de este
feng shui de la infamia dicta la exhibición de una mullida alfombra con diseño
atigrado, un pequeño pero bien surtido bar y -este requisito no es negociable-
una cama Queen Size sobre la cual tender la traición.
El escondrijo ideal incorporaría, no faltaba más, la sigilosa
presencia de una conserje cuya complicidad de tumba es recompensada
generosamente cada Navidad y día de su santo; así como que se halle en una
dirección apartada de la “Vivienda principal”, allí donde la incauta esposa
bate el plumero sobre las cortinas, aunque lo suficientemente cercana como para
llegar en pocos minutos tras el acaecimiento de un ultimátum.
Dadas estas características, tal franquicia del
libertinaje sigue estando en manos de los sujetos con cierta solvencia
económica, apenas un sueño para el adúltero de a pie, ese que al momento de cultivar
sus bajas pasiones ha de recurrir a una pensión a una cochambroso motel de ocho
horas como horario límite; pero si hoy se aspira a un igualitarismo donde todas las personas disfruten de los mismos derechos y
oportunidades, se hace ineludible la inserción del punto del
cacho dentro del temario de la simetría social.
La realidad prueba lo contrario ¿Los alquileres? ¡Por las
nubes! Y eso si el arrendador no se pone malicioso ante la sospecha de que el arrendatario
sea un potencial invasor; entre tanto, la cartera hipotecaria
que ofrecen las instituciones financieras no solo desconoce de plano la
crisis que también clava sus colmillos sobre las paredes de la institución del
adulterio, sino que la subestima y acorrala: “Si es casado, fotocopia
legible de la cédula de identidad del cónyuge. En caso de no coincidir con el
estado civil que aparece en la C.I., consignar Acta de Matrimonio”.
La deslealtad femenina es también otro pecado a la intemperie.
Según un reciente estudio de la Universidad de Indiana, el
margen de infidelidad entre hombres y mujeres se ha venido estrechando en los
últimos años, situación que lleva a que la mayoría de las señoras que les montan cuernos al marido -según
la sexóloga clínica Diana Resnicoff- “elija un lugar diferente a sus propias casas para
encontrarse con sus amantes, y muchas veces recurren a pequeños hoteles o al
apartamento de su affaire como sitio
oficial de los fogosos encuentros”.
La imagen legendaria del amante que salta en interiores por
una ventana cuando llega a casa el marido, es una atrocidad desatendida hasta
por las más vehementes feministas, quienes han pasado la inclusión del “apartamento
de soltera” como punto decisivo en su lucha por la igualdad de los sexos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario