Buceando por Internet me entero de la existencia
de la Escuela
de Tota Topete (sí, Tota Topete, el nombre no es ninguna invención; acá el
link: www.totatopete.com), establecida en la capital mexicana y donde las mozas
en vísperas de casorio acuden para iniciarse en el arte de bordar iniciales sobre
toallas de baño o -entre los muchos factores que comprende ser una “mujer
íntegra”- surtir los rincones del hogar con una regia pincelada femenina. Topete
fundó este instituto porque, alega, “las mujeres de hoy tienden a centrarse más
en sus carreras que en los cuidados de la casa, lo cual puede suponer el
divorcio (…). Así es que, si lo haces feliz, entonces él te hará feliz a
ti".
Entre las asignaturas impartidas por
Topete sobresalen “Economía Doméstica: Cómo llevar una casa, presupuestos,
lavado, planchado, responsabilidades del ama de casa, etc.”, “Organización del
tiempo: Saber administrarse para rendir más”, entre otras materias clave como
Corte de Frutas y Verduras. En la sección Testimonios abundan los agradecimientos
de egresadas satisfechas, como este de Ana Alicia Ortiz: “A mí me alentó mi
marido a tomar el curso porque siempre le hacía lo mismo y me pidió que por
favor cambiara ¡Ahora tengo recetas como de aquí a 10 años!”.
La filosofía de Topete apunta a que si una mujer
ignora los secretos de zurcir con pulcritud medias agujereadas, su esposo huirá
despavorido ante la impericia de la empleada doméstica que un día tuvo el
desatino de desposar. “El hombre se casa con la ilusión
de que la mujer le cocine, y las primeras desilusiones vienen al ver que ella
no sabe hacer nada”, indica la pedagoga, quien propone: “Acepta a tu
marido tal como es: Haz dos listas, una con sus defectos y otra con sus
cualidades. Lee atentamente la lista de los defectos y rómpela, no vuelvas a
pensar en ellos”. Y sigue: “No dejes que la preocupación
por tus derechos te impida ser agradecida”.
De sus enseñanzas se extrae que si una doncella aspira
a graduarse de licenciada o seguir un curso de mecanografía para mañana no
depender de la billetera de su cónyuge, estaría dinamitando la sagrada institución
familiar y, con ello, poniendo en riesgo el sano curso de la historia. Algunos señalarán
que hoy la mujer tiene que fajarse en la calle ya sea por necesidad o simple
capricho de superación, pero esta tesis se cae por su propio peso: si el
maridito no tiene empleo o nunca ha querido procurárselo, las clases de Topete
serán de gran provecho a la hora de almidonar ropa ajena.
Aunque si lo observamos detenidamente, el
currículo de Tota cojea de cátedras fundamentales que a continuación menciono
por si a alguna visionaria local le apetece reproducir en suelo patrio un alma
máter parecida. Ceguera I: Técnicas
para sufrir una súbita pérdida de la visión cuando el marido se olvide de subir
la tapa del excusado. Mantenimiento de la
Respiración: Muy útil si a él le gusta pedorrearse en la alcoba. Ceguera II: Módulo necesario para no advertir
cuando el consorte llega a casa con el cuello de la camisa embarrado en lápiz labial.
Saco Perita Básico: Para resistir serenamente
los derechazos con que la media naranja exprese su insatisfacción por la
temperatura de la cerveza recién servida.
Seguidas estas asignaturas, no lo dudes, “entonces
él te hará feliz”…
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