La
adulación es una marramucia aplicada desde el inicio de los tiempos con el propósito
de alcanzar diversos objetivos, pero en esta era 2.0 no todos aprovechan las
infinitas posibilidades que ofrece internet cuando se trata de echarle una
jaladita al profesor severo, al jefe o al pariente rico; de allí que el
propósito de estas líneas sea aprender a sacarles brillo a las monedas falsas de
la ambición figurando como un chupa(social)media altamente efectivo.
Antes
de seguir, recordemos la esencia que rige toda jaladera magistral: nunca
llevarle la contraria al individuo objeto de la zalamería, ley que en el
universo online ha de acatarse desde el momento en que se pisa una tienda para
comprar los gadgets y los sistemas operativos: si el sujeto a engatusar es
fanático del iPhone, por poner un caso, ¡ni se te ocurra cometer la torpeza de darle
el PIN de tu Blackberry!, y corre a fijar sobre el vidrio posterior de tu
vehículo una calcomanía de la manzanita blanca.
Es de
novatos enviarle a la tía rica un tuit con la frase “¡Qué bonita sales en el
avatar!”, nada de eso; aunque sea una maniobra legítima comentar eventualmente lo
cuchi que se ve la foto de su perrito publicada en Facebook o hacerle Like a la
imagen del pabellón con barandas que la susodicha colgó en Instagram, no
exageres pues los otros parientes pobres como tú te están viendo y, no faltaba
más, adoptando en línea esas mismas astucias. De aquí se extrae una segunda
premisa: como en la adulación cara a cara, la sutileza también gobierna la
jaladera online.
Para alcanzar
una serena delicadeza es imprescindible conocer los gustos del poderoso cuyos
pies serán besados: tras una concienzuda búsqueda por Facebook y descubrir que
tu jefe es hincha del Real Madrid, ponte de avatar una foto de Cristiano Ronaldo
(sí, todo sea por la anhelada promoción) o, en caso de que aquel sea un
entusiasta de Lady Gaga, monta regularmente desde tu cuenta en YouTube los
videos de la diva del pop. Elegir “Bad Romance” como ringtone de tu móvil sería
un lindo detalle.
Gracias
a las redes sociales hoy el jefe está al tanto de cada uno de tus movimientos,
qué comes y en dónde estás. Que este stalker
oficinesco no te intimide, al contrario, ¡mueve esa pieza de ajedrez a tu
favor! y publica a golpe de las 2 de la madrugada de un domingo: “¡Qué bueno me
está quedando este balance que tengo que entregar mañana!”, sin olvidar
difundir por Foursquare que a esas horas aún permaneces en la empresa.
La
bipolaridad que hoy define al país es un río donde se pescan jugosas ganancias,
y -siempre en armonía con las inclinaciones políticas del adulado- di que no te
pelas cada noche @LahojillaenTV o échale la bendición a @hcapriles el día de su
santo. Este ardid te ahorrará la vergüenza de retuitear las pendejadas que tu
jefe publique, y hasta podrías alcanzar la cumbre del jalabolismo en redes
sociales: ¡que sea el propio jefe quien te retuitee!, conquista apenas superada
por el intercambio en WhatsApp de los chismes de la oficina.
De acá
a que se abra boyante el cofre de los privilegios solo hay un “Me gusta” de
distancia.
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