- Compadre, creo que mi mujer me va a
abandonar.
- ¿Cómo? ¡Pero si usted es un partidazo!
¿Y eso?
- Alega que cuando llego borracho a casa
le caigo a golpes.
- Es que las mujeres están cada día más
exigentes; -mientras posa una mano sobre el hombro del amigo- yo dudo mucho que
ella vaya a encontrar a otro como usted.
- Además, hace poco me descubrió con la
amante.
- Eso debería demostrarle a ella que
usted es un hombre apetecido, cotizado pues. Claro, es gordito, calvo y con un
ojo que le mira al sudeste, pero por todos es sabido que la belleza se lleva
por dentro. Sin contar lo afortunado que es en los negocios.
- La cosa está dura: el tarantín de
alquiler de llamadas telefónicas por celular me tiene en la ruina.
- Pero si eso es lo que se llama un
negoción, mezcla de la antiquísima necesidad humana de comunicación, con el
auge de las nuevas tecnologías. Lástima que no se me haya ocurrido a mí antes.
- Pero no está dando frutos.
- Venga que le explico -con un tono de
voz que combina la pedagogía con el paternalismo-: usted tienes un semillita,
pero las semillitas necesitan agua para crecer y convertirse en un árbol grande
y frondoso. Así como la Vinotinto….
- Pero anoche perdimos por ocho goles.
- ¡Pero jugamos como los machos! No se
puede negar que hemos crecido como partido, que en apenas una década nos hemos
convertido en una referencia del futbol mundial.
- Pero anoche perdimos por ocho goles.
- Hubo muchos factores… el cambio de altitud,
no estábamos en nuestro terreno, sin contar que Mercurio está retrógrado. Pero
como le venía diciendo: entonces todos los días le echa agua a la semillita, la
cuida hasta que germina y le salen los primeros retoños para, con el tiempo,
convertirse en una mata grande y es entonces cuando comienza a dar frutos.
Claro, tiene que ser una mata frutal porque si no, no da frutos. Así son los
negocios ¿Entiende?
- Ahora sí. ¿Que me dedique a la siembra
de mangos?
- ¡Por supuesto!
- Ese es un trabajo muy duro y no creo
que esta artritis reumatoide me deje.
- No hay mal que por bien no venga.
- Sin contar que la situación del país no
está para estar inventando.
- Usted sabe que yo soy muy imparcial en
eso, pero estoy convencido de que a ese hombre lo tienen engañado, sus
allegados no le dicen la verdad. Yo en el fondo creo que él no sabe nada de lo
malo que está pasando, que si supiera la verdad, otro gallo cantaría. ¡Así que
arriésguese! Mire que quien no arriesga, no gana.
- ¿Se arriesga entonces conmigo a echarle
pichón al tarantín de celulares?
- Mire compadre -un susto repentino
quiebra su voz, pero prontamente recupera el matiz angelical-, cómo yo me voy a
aprovechar así de su persona ¡Ni loco pensaría en beneficiarme tan
descaradamente de su agudeza para los negocios! Ese tarantín es todo suyo.
- Usted siempre tan espléndido.
- Para eso estamos.
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